[0620] • PAULO VI, 1963-1978 • SOLICITUD DE LA IGLESIA EN LOS MATRIMONIOS MIXTOS
De la Instrucción Matrimonii sacramentum –sobre los matrimonios mixtos–, de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 18 marzo 1966
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[1.–] El sacramento del matrimonio, que Nuestro Señor Jesucristo ha instituido como símbolo de Su unión con la Iglesia, para poder explicar plenamente su eficacia santificadora y para reproducir de hecho por los cónyuges ese gran misterio (cfr. Ef 5, 32), en virtud del cual su íntima comunión de vida representa el amor con que Cristo se ofreció para la salvación de los hombres, exige más que otra cosa la concordia plena y perfecta de los cónyuges, especialmente con respecto a la religión: “pues la unión de los espíritus suele venir a menos, o a lo menos retardarse, cuando en torno a los máximos valores, que son para el hombre objeto de veneración, es decir, en torno a las verdades y sentimientos religiosos, hay disparidad de convicciones y oposición de voluntades” [1]. Por estas razones la Iglesia se cree en el gravísimo deber de salvaguardar y custodiar el don de la fe tanto en los cónyuges como en los hijos. Por esta razón precisamente procura de diverso modo que los católicos no se unan en matrimonio más que con católicos.
1. PIUS XI, Litt. Enc. Casti connubii [1930 12 31/1-137].
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[2.–] Prueba evidente de esta acendrada preocupación de la Iglesia es la disciplina eclesiástica sobre los matrimonios mixtos, sancionada en las disposiciones del Código de Derecho Canónico, que se concreta en el doble impedimento de mixta religión y de disparidad de cultos; el primero de ellos prohíbe las nupcias de los católicos con acatólicos bautizados, quedando a salvo, sin embargo, la validez del matrimonio [2]; el segundo anula el matrimonio contraído por un católico con persona no bautizada [3].
2. Cánones 1060-1064 [1917 05 27/1060-1064].
3. Cánones 1070-1071 [1917 05 27/1070-1071].
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[3.–] Otra prueba evidente de la preocupación de la Iglesia por preservar la santidad del matrimonio cristiano es la misma forma jurídicamente definida de la manifestación del consentimiento, pues aunque en el pasado existieron de cuando en cuando formas distintas a este respecto, sin embargo siempre se cuidó que no se permitieran las nupcias clandestinas.
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[4.–] Guiados por la misma solicitud, todos los sagrados pastores procuren formar a los fieles sobre la importancia y excelencia de este sacramento, amonéstenles sobre los peligros anejos al matrimonio de un católico con un cristiano no católico y con mayor razón en el matrimonio con un no cristiano; con medidas oportunas esfuércense en que los jóvenes contraigan matrimonio con parte católica.
4. Cfr. can. 1060 [1917 05 27/1060].
[5]. [1917 05 27/1102 y 1109].
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[5.–] No se puede negar, sin embargo, que las condiciones características de nuestro tiempo, que rápidamente han determinado radicales transformaciones en la vida social y familiar, hacen más difícil que en tiempos pasados la observancia de la disciplina canónica referente al matrimonio mixto.
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[6.–] En realidad, en las circunstancias actuales las relaciones entre católicos y no católicos son mucho más frecuentes, más estrechas las costumbres de vida y la similitud de hábitos, de forma que fácilmente nace entre ellos la amistad, de la cual, como enseña la experiencia, se derivan más frecuentes ocasiones de matrimonios mixtos.
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[7.–] Por tanto, la solicitud pastoral de la Iglesia exige hoy, más que nunca, que queden a salvo la santidad del matrimonio, de conformidad con la doctrina católica, y la fe del cónyuge católico en las nupcias mixtas, y que se asegure con la máxima diligencia posible la educación católica de la prole.
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[8.–] Esta preocupación pastoral es tanto más necesaria cuanto que, como es sabido, se han difundido entre los acatólicos opiniones distintas de las de la doctrina católica, tanto sobre la esencia del matrimonio como sobre sus propiedades, especialmente en lo que se refiere a la indisolubilidad y, consiguientemente, al divorcio y a las nuevas nupcias después del divorcio civil.
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[9.–] Por ello la Iglesia se cree en el deber de proteger a sus fieles para que no corran peligro en la fe o sufran daños, tanto de orden espiritual como material.
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[10.–] Póngase por ello todo cuidado en instruir a quienes pretenden contraer matrimonio sobre la naturaleza, propiedades y obligaciones del matrimonio mismo y sobre los peligros a evitar.
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[11.–] Además, tampoco se puede ignorar a este respecto la línea de conducta que los católicos deben tener con los hermanos separados de la Iglesia católica, solemnemente trazada en el Concilio Ecuménico Vaticano II mediante el Decreto “De Oecumenismo”. Esta nueva disciplina sugiere que se atenúe el rigor de la legislación vigente sobre el matrimonio mixto, no ciertamente en lo que se refiere al derecho divino, sino en lo relativo a algunas normas de derecho eclesiástico, por las cuales con frecuencia se sienten ofendidos los hermanos separados.
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[12.–] Es fácil comprender que este gravísimo problema no ha escapado a la atención del Concilio Ecuménico Vaticano II, que fue convocado por Nuestro Predecesor de V. M. Juan XXIII, precisamente para salir al encuentro de las actuales necesidades del pueblo cristiano. Y en verdad los padres conciliares han expresado diversos pareceres a este respecto, que han sido ponderados atentamente, como era justo.
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[13.–] Por tanto, después de haber consultado a los Sagrados Pastores interesados en esta materia, y después de haber sopesado atentamente todas las circunstancias, permaneciendo firmes los dos impedimentos de mixta religión y de disparidad de cultos (pero se concede a los ordinarios locales la facultad de dispensar de ellos, según las disposiciones contenidas en la Carta Apostólica ‘’Pastorale Munus”, números 19 y 20, cuando existan graves causas y con tal que se observen las prescripciones de la ley), y a salvo la legislación propia de la Iglesia oriental, por autoridad de Su Santidad Pablo VI se toman las siguientes disposiciones, que, si son refrendadas positivamente por la experiencia, pasarán definitivamente al Código de Derecho Canónico, cuya revisión está actualmente en curso.
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[14.–] I. § 1) Téngase siempre presente el criterio de que es siempre necesario alejar del cónyuge católico el peligro para su fe y que se debe proveer diligentemente a la educación católica de la prole [4].
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[15.–] § 2) El ordinario del lugar o el párroco de la parte católica cuide de inculcar en términos graves la obligación de proveer al bautismo católico y a la educación católica de la prole; se pedirá una garantía del cumplimiento de esta obligación por medio de una promesa explícita por parte del cónyuge católico, es decir, mediante las “cauciones”.
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[16.–] § 3) La parte acatólica, con la debida delicadeza, pero en términos claros, debe ser informada sobre la dignidad del matrimonio, y especialmente respecto a sus principales propiedades, como son la unidad e indisolubilidad.
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[17.–] A esta misma parte acatólica se le debe hacer presente la obligación que tiene el cónyuge católico de tutelar, conservar y profesar su propia fe y de hacer bautizar y educar en ella a la prole que nacerá.
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[18.–] Y dado que se ha de garantizar esta obligación, invítese también al cónyuge acatólico a prometer, abierta y sinceramente, que no creará obstáculo alguno en el cumplimiento de este deber. Si la parte acatólica opinara que no podría formular esta promesa sin herir su propia conciencia, el ordinario debe referir el caso con todos sus elementos a la Santa Sede.
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[19.–] § 4) Aunque ordinariamente haya que realizar estas promesas por escrito, sin embargo puede el ordinario –tanto de forma general como en cada caso– establecer si estas promesas de la parte católica o de la acatólica, o de ambas, se deben dar por escrito o no, como también determinar cómo se ha de hacer mención de ello en los documentos matrimoniales.
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[20.–] II. En los casos en que, como a veces sucede en ciertas regiones, es imposible la educación católica de la prole, no tanto por voluntad deliberada de los cónyuges, cuando por las leyes y costumbres de los pueblos, a las que las partes no se pueden sustraer, el ordinario del lugar, habiendo estudiado bien el caso, podrá dispensar de este impedimento, con tal que la parte católica esté dispuesta, en cuanto sepa y pueda, a hacer todo lo posible para que toda la prole que nazca sea bautizada y educada católicamente, e igualmente haya garantía de la buena voluntad de la parte acatólica.
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[21.–] Al conceder estas mitigaciones la Iglesia está también animada por la esperanza de que se deroguen las leyes civiles contrarias a la libertad humana, como son las que impiden la educación católica de la prole o el ejercicio de la religión católica, y que, por tanto, en estas materias se reconozca la fuerza del derecho natural.
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[22.–] III. En la celebración de los matrimonios mixtos se debe observar la forma canónica, según la disposición del canon 1.094, lo cual se requiere para la misma validez del matrimonio.
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[23.–] Pero, si surgieran dificultades, el ordinario debe referir el caso con todos sus elementos a la Santa Sede.
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[24.–] IV. En cuanto a la forma litúrgica, se derogan los cánones 1.102, 2, 1.109, 3[5], y se concede a los ordinarios del lugar la facultad de permitir en la celebración de los matrimonios mixtos el uso de los ritos sagrados, con la acostumbrada bendición y homilía.
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[25.–] V. Se debe absolutamente evitar cualquier celebración en presencia de un sacerdote católico y de un ministro acatólico en el ejercicio simultáneo de su rito respectivo.
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[26.–] Sin embargo no se prohíbe que, terminada la ceremonia religiosa, el ministro acatólico dirija algunas palabras de felicitación y exhortación, y se reciten en común algunas oraciones con los acatólicos. Todo esto se puede realizar con el consentimiento del ordinario del lugar y con las cautelas debidas para evitar el peligro de extrañeza.
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[27.–] VI. Los ordinarios del lugar y los párrocos vigilen atentamente que las familias originadas de un matrimonio mixto lleven una vida santa, de conformidad con las promesas realizadas, especialmente en cuanto se refiere a la instrucción y educación católica de la prole.
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[28.–] VII. La excomunión prevista en el canon 2.319, 1, número 1[6], para quienes celebren el matrimonio ante ministro acatólico, queda abrogada. Los efectos de esta abrogación son retroactivos.
[6]. [1917 05 27/2319].
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[29.–] Al establecer estas normas es propósito e intención de la Iglesia, como arriba se ha dicho, proveer a las actuales necesidades de los fieles y favorecer un más ferviente sentimiento de caridad en las relaciones mutuas entre los católicos y acatólicos.
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[30.–] Trabajan a este fin con todo ánimo y constante premura quienes tienen la tarea de enseñar a los fieles la doctrina católica, sobre todo los párrocos.
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[31.–] Se esforzarán en hacerlo empleando con los fieles toda la caridad, salvando siempre el respeto debido a los demás, es decir, a los acatólicos en sus convicciones de buena fe.
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[32.–] Los cónyuges católicos cuiden también de robustecer y acrecentar en sí mismos el don de la fe, llevando siempre una vida familiar informada por las virtudes cristianas, preocúpense por ofrecer también a la parte acatólica y a los hijos un luminoso ejemplo.
[E 26 (1966), 457-458]
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[1.–] Matrimonii sacramentum, a Christo Domino tamquam signum coniunctionis suae cum Ecclesia constitutum, ut sacram suam vim plene exerceat ac reapse evadat coniugibus magnum mysterium (cfr. Eph 5, 32), quo ipsi in intima vitae suae consuetudine significent amorem quo Christus se tradidit pro hominibus, maxime postulat plenam atque perfectam concordiam coniugum praesertim in iis, quae ad religionem pertinent: “nam distrahi solet aut saltem relaxari animorum vinculum, ubi in rebus ultimis et summis, quas homo veneratur, id est in religionis veritatibus et sensibus, dissimilitudo mentium et voluntatum intercedit diversitas” (1). Quare Ecclesia Catholica gravissimum suum esse munus ducit fidei bonum tum in coniugibus tum in filiis tueri atque custodire. Proinde summa cura vigilantiaque annititur, ut catholici cum catholicis nuptias ineant.
1. PIUS XI, Litt. Enc. Casti connubii [1930 12 31/1-137].
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[2.–] Praeclarum autem huius sedulae vigilantiae testimonium est ecclesiastica de matrimoniis mixtis disciplina, praescriptis Codicis luris Canonici sancita, quae duplicis impedimenti formam habet, mixtae scilicet religionis et disparitatis cultus; quorum alterum nuptias vetat catholicorum cum acatholicis baptizatis, salva tamen matrimonii validitate (2), alterum vero invalidum reddit matrimonium a catholico cum non baptizato contractum (3).
2. Cánones 1060-1064 [1917 05 27/1060-1064].
3. Cánones 1070-1071 [1917 05 27/1070-1071].
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[3.–] Huiusmodi Ecclesiae sollicitudinis de tuenda christiani coniugii sanctitate aliud testimonium est ipsa forma iuridica consensus praestandi; de qua licet praeteritis temporibus variae normae exstiterint, nihilominus semper cautum est, ne nuptiae clandestinae permitterentur.
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[4.–] Quam viam persequentes, Pastores omnes edoceant fideles, quod sit religiosum bonum ac pretium huius Sacramenti; graviter eos moneant de difficultatibus periculisque, quae matrimonio cum christiano non catholico et multo magis cum non christiano contrahendo inhaerent; omnibus aptis rationibus efficiant, ut iuvenes coniugium cum parte catholica ineant.
4. Cfr. can. 1060 [1917 05 27/1060].
[5]. [1917 05 27/1102 y 1109].
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[5.–] Fatendum tamen est peculiares nostrae aetatis condiciones, quae in vitam socialem ac familiarem brevi temporis spatio tam graves mutationes induxerunt, difficiliorem quam anteactis temporibus observantiam disciplinae canonicae de matrimoniis mixtis reddidisse.
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[6.–] In his rerum adiunctis nunc accidit, ut frequentiora sint catholicorum cum non catholicis commercia, vitae consuetudines et usus, atque adeo facilius inter eos amicitiae necessitudines nectantur, quae quidem, uti experientia constat, crebriores mixtorum matrimoniorum occasiones praebere solent.
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[7.–] Unde pastoralis Ecclesiae sollicitudo hodie etiam magis postulat, ut in matrimoniis quoque mixtis et matrimonii sanctitas secundum doctrinam catholicam et fides coniugis catholici omnino in tuto ponantur, et educatio catholica prolis maxima, qua fieri potest, diligentia et efficacia curetur.
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[8.–] Haec pastoralis cura propterea magis necessaria est, quod, ut notum est, apud acatholicos diversae sententiae inveniuntur tam de essentia matrimonii quam de eius proprietatibus, maxime de indissolubilitate et consequenter de divortio et novis matrimoniis post divortium (civile) ineundis.
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[9.–] Quare Ecclesia suum esse officium censet fideles suos tueri, ne in periculum fidei inducantur aut damna sive spiritualia sive materialia patiantur.
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[10.–] Nupturientes igitur accurate erudiantur de natura, proprietatibus, obligationibus matrimonii et de periculis quae sunt vitanda.
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[11.–] Praeterea in hac re minime est obliviscenda ipsa catholicorum agendi ratio cum fratribus a catholica Ecclesia seiunctis nunc tenenda, prouti a Concilio Oecumenico Vaticano II per Decretum de Oecumenismo sollemniter statuta est. Quod suadere videtur, ut mitigetur rigor vigentis disciplinae de matrimoniis mixtis, non quidem in iis quae ad ius divinum pertinent, sed in quibusdam normis ecclesiastico iure inductis, quibus haud raro seiuncti fratres se offendi arbitrantur.
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[12.–] Facile conici licet gravissimam huiusmodi quaestionem nullo modo effugisse Concilium Oecumenicum Vaticanum II, quod idcirco a Summo Pontifice Ioanne XXIII, fel. rec., indictum est, ut hodiernis christiani populi necessitatibus consuleret. Ac revera Concilii Patres varia de hac re vota protulerunt, quae quidem, uti par erat, attento animo sunt considerata.
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[13.–] Itaque, post collata consilia cum sacris Pastoribus quorum interest, omnibus mature perpensis, ac firmis in suo vigore perstantibus duobus impedimentis mixtae religionis et disparitatis cultus –data tamen locorum Ordinariis facultate ab iisdem dispensandi, secundum Apostolicas Litteras ‘’Pastorale Munus”, nn. 19 et 20, gravibus exstantibus causis et servatis de iure servandis– et salvo iure Ecclesiarum Orientalium, sequentia, auctoritate Pauli Pp. VI, statuuntur, quae, si experientia comprobata fuerint, in Codicem Iuris Canonici, qui nunc recognoscitur, certa ac definita ratione inserentur.
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[14.–] I. 1) Prae oculis semper habeatur periculum fidei a coniuge catholico propulsandum esse atque prolis educationem in religione catholica sedulo curandam (4).
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[15.–] 2) Loci Ordinarius vel Parochus partis catholicae gravibus verbis inculcandam curabit obligationem omnino cavendi de futurae prolis baptismo et educatione in religione catholica; cuius obligationis adimpletio firmabitur per eiusdem partis catholicae expressam promissionem seu per cautiones.
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[16.–] 3) Pars acatholica, debita cum observantia, sed claro modo certior facienda est de catholica doctrina circa matrimonii dignitatem, maxime autem circa eius praecipuas proprietates, quae sunt unitas et indissolubilitas.
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[17.–] Eidem parti nota fieri debet gravis coniugis catholici obligatio tutandi, servandi, profitendi propriam fidem, in eaque baptizandi et educandi prolem forte nascituram.
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[18.–] Quoniam huiusmodi obligatio in tuto est ponenda, ipse nupturiens acatholicus invitetur, ut sincero apertoque animo promittat se id esse minime impediturum. Si vero pars acatholica putat se hanc promissionem sine laesione propriae conscientiae praestare non posse, Ordinarius casum cum omnibus adiunctis ad Sanctam Sedem referat.
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[19.–] 4) Etsi lege ordinana hae promissiones scripto dandae sunt, tamen Ordinarii est sive generatim sive singulis in casibus decernere, utrum haec promissio partis catholicae aut partis acatholicae aut utriusque scripto danda sit necne, itemque statuere quomodo actis matrimonialibus sit inserenda.
1966 03 18 0020
[20.–] II. Si forte alicubi, ut quandoque in quibusdam regionibus contingit, catholica prolis educatio impeditur, non tam libera coniugum voluntate quam populorum legibus et moribus, quibus nupturientes obtemperare conguntur, loci Ordinarius, omnibus attente perpensis, dispensare ab hoc impedimento poterit, dummodo pars catholica parata sit, pro eo quod scit et potest, omnia facere, ut universa proles nascitura catholice baptizetur et educetur, et constiterit de bona partis acatholicae voluntate.
1966 03 18 0021
[21.–] Quae indulgens, Ecclesia etiam ea spe ducitur fore ut leges civiles, libertati humanae adversantes, veluti eae, quae educationem catholicam prolis vel exercitationem catholicae religionis vetant, aboleantur atque adeo ius naturale hisce in rebus vim suam obtineat.
1966 03 18 0022
[22.–] III. In matrimoniis mixtis celebrandis forma canonica est servanda, de qua in can. 1.094 agitur, et quidem ad validitatem.
1966 03 18 0023
[23.–] Si vero difficultates exoriuntur, Ordinarius ad Sanctam Sedem casum referat cum eius adiunctis.
1966 03 18 0024
[24.–] IV. Quoad forman liturgicam, derogando cann. 1.102 § 2 ac 1.109 § 3[5], conceditur locorum Ordinariis, ut permittant celebrationem matrimoniorum etiam mixtorum, adhibitis sacris ritibus cum suetis benedictionibus et sermone.
1966 03 18 0025
[25.–] V. Quaelibet matrimonii celebratio coram sacerdote catholico et ministro acatholico qui simul suum quisque ritum peragunt, prorsus vitanda est.
1966 03 18 0026
[26.–] Tamen nihil obstat, quominus, postquam religiosa caeremonia est absoluta, minister acatholicus nonnulla gratulatoria et hortatoria proferat verba, et quaedam preces una cum acataholicis recitentur. Quae omnia fieri licet approbante Ordinario loci et opportunis cautionibus adhibitis, ad periculum admirationis avertendum.
1966 03 18 0027
[27.–] VI. Ordinari locorum et parochi sedulo invigilent, ut familiae, e mixtis nuptiis ortae, iuxta datas promissiones sancte vivant, prae sertim quod attinet ad prolem catholica doctrina et moribus imbuendam.
1966 03 18 0028
[28.–] VII. Excommunicatio, qua ex can. 2.319 § 1, n. 1[6] plectuntur qui matrimonium ineunt coram ministro acatholico, abrogatur. Effectus huius abrogationis etiam ad praeteritum valent.
[6]. [1917 05 27/2319].
1966 03 18 0029
[29.–] Hae normae statuuntur ea mente et voluntate, quam supra declaravimus: ut hodiernis fidelium necessitatibus satius consulatur, utque mutuae rationes inter catholicos et acatholicos impensiore caritatis sensu afficiantur.
1966 03 18 0030
[30.–] In id igitur toto animo et constanti opera incumbant qui munere funguntur tradendae christifidelibus doctrinae catholicae, maxime parochi.
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[31.–] Qui quidem id praestare studeant, maxima adhibita erga fideles caritate, et salva semper reverentia aliis debita, acatholicis scilicet atque etiam eorum persuasionibus bona fide innixis.
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[32.–] Coniuges autem catholici curent, ut fidei donum in seipsis firment et augeant atque, christianarum virtutum semitas in familiari vita semper sectantes, etiam parti acatholicae ac filiis praeclarum exemplum continenter exhibeant.
[AAS 58 (1966), 235-239]