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[0220] • GREGORIO XVI, 1831-1846 • MATRIMONIOS MIXTOS

De la Carta Dolorem, al Arzobispo de Friburgo (Alemania), 30 noviembre 1839

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[2.–][...] Nos indujo principalmente a concederte, venerable hermano, esta facultad, lo que parecías indicar en las súplicas mencionadas: que de esa manera podrías con más facilidad apartar a los católicos de tu diócesis de contraer matrimonio con acatólicos con el consiguiente peligro para la vida espiritual propia y de los hijos futuros. Y sin ninguna duda tenemos la esperanza de que dará resultado en esa defensa firme de la sana doctrina y del cumplimiento de las leyes y prescripciones de la Santa Sede sobre los matrimonios mixtos. Sobre todo, si se da el caso de que un hombre o una mujer católica quiera contraer nupcias de esta clase, sin la autorización de la Iglesia; o sin haber tomado antes las oportunas cautelas que aseguren el cumplimiento de sus deberes religiosos, y en concreto la educación católica de todos los hijos, de ambos sexos. Deberás tener presente que, en este caso, es deber tuyo oponerte del todo a ese matrimonio, y no hacer nada –o permitir hacerlo al clero– que parezca aprobarlo. Pero de este tema ya hemos hablado ampliamente en otras cartas nuestras, sobre todo en la carta enviada a los arzobispos y obispos de Baviera [1], y también en las alocuciones, que ya en tres ocasiones hemos dirigido a los cardenales en consistorio [2], y que posteriormente han sido publicadas.

[1]. [Epist. Ency. Summo iugiter: 1832 05 27/1-8].

[2]. [Cf. Allocut. Dum intima: Gregorii XVI Acta 2, 237-238; Allocut. Cuncta provide: Gregorii XVI Acta 2, 277-279; Allocut. Officii memores: 1839 07 05/1].

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[4.–] Es necesario igualmente que con todo empeño te esfuerces en que en las escuelas de niños, tanto de mayores como de pequeños, no se enseñe nada, en los comienzos de la fe, que no esté de acuerdo con la verdad católica. Sobre todo tendrás sumo cuidado en que la educación de los clérigos se encarguen hombres distinguidos por la honradez de su vida y por la seguridad de su doctrina; con cuyos cuidados –y bajo tu continua vigilancia– el clero joven se formará de tal manera en la piedad y las letras, que con toda razón podrán esperarse sacerdotes que sean para él ejemplos claros por su vida y doctrina.