[1722] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA “IGLESIA DOMÉSTICA”,VÍA PARA LA EVANGELIZACIÓN
Del Capítulo IV de la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa –sobre la Iglesia en África y la misión evangelizadora del tercer milenio–, 14 septiembre 1995
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80. “El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia” (Familiaris consortio, 75). En efecto, la familia no solamente es la primera célula de la comunidad eclesial viva sino que lo es también de la sociedad. En África, particularmente, la familia representa el pilar sobre el cual está construido el edificio de la sociedad. Por esto el Sínodo considera la evangelización de la familia africana como una de las mayores prioridades, si se quiere que asuma, a su vez, el papel de sujeto activo en la perspectiva de la evangelización de las familias por medio de las familias.
Desde el punto de vista pastoral, esto es un verdadero desafío, dadas las dificultades de orden político, económico, social y cultural que los núcleos familiares en África deben afrontar en el contexto de los grandes cambios de la sociedad contemporánea. Aun adoptando los valores positivos de la modernidad, la familia africana debe, por tanto, salvaguardar sus propios valores esenciales.
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81. A este propósito, la Sagrada Familia que, según el Evangelio (cf. Mt 2, 14-15), vivió cierto tiempo en África, es “prototipo y ejemplo de todas las familias cristianas”, modelo y fuente espiritual para cada familia cristiana.
Recordando las palabras del Papa Pablo VI, peregrino a Tierra Santa, “Nazaret es la escuela donde se es iniciado para comprender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio (...). Aquí, en esta escuela, se comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual (...) si queremos convertirnos en discípulos de Cristo”. En su profunda meditación sobre el misterio de Nazaret, Pablo VI, invita a aprender una triple lección: silencio, vida familiar y trabajo. En la casa de Nazaret cada uno vive la propia misión en perfecta armonía con los otros miembros de la Sagrada Familia.
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82. La dignidad del hombre y de la mujer deriva del hecho de que, al crear Dios el ser humano, “a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 27). Tanto el hombre como la mujer han sido creados “a imagen de Dios”, es decir, dotados de inteligencia y voluntad y, consecuentemente, de libertad. Lo demuestra el relato del pecado de los primeros padres (cf. Gn 3). El salmista canta así la dignidad incomparable del hombre: “Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies” (Sal 8, 6-7).
Creados el uno y el otro a imagen de Dios, el hombre y la mujer, aunque diferentes, son esencialmente iguales desde el punto de vista de su humanidad. “Ambos desde el comienzo son personas, a diferencia de los demás seres vivientes del mundo que los circunda. La mujer es otro “yo” en la humanidad común” y cada uno es una ayuda para el otro (cf. Gn 2, 18-25).
“Creando al hombre ‘varón y mujer’, Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer, enriqueciéndolos con los derechos inalienables y con las responsabilidades que son propias de la persona humana”. El Sínodo ha deplorado las costumbres africanas y las prácticas “que privan a las mujeres de sus derechos y del respeto que les es debido”, y ha pedido que la Iglesia en el continente se esfuerce en promover la salvaguardia de tales derechos.
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83. Dios, Padre, Hijo y Espíritu santo, es Amor (cf. 1 Jn 4, 8). “La comunión entre Dios y los hombres halla su cumplimiento definitivo en Cristo Jesús, el Esposo que ama y se da como Salvador de la humanidad, uniéndola a sí como su cuerpo. Él revela la verdad original del matrimonio, la verdad del ‘principio’y, liberando al hombre de la dureza del corazón, lo hace capaz de realizarla plenamente. Esta revelación alcanza su plenitud definitiva en el don de amor que el Verbo de Dios hace a la humanidad asumiendo la naturaleza humana, y en el sacrificio que Jesucristo hace de sí mismo, en la cruz por su Esposa, la Iglesia. En este sacrificio se desvela enteramente el designio que Dios ha impreso en la humanidad del hombre y de la mujer desde su creación (cf. Ef 5, 32-33); el matrimonio de los bautizados se convierte así en el símbolo real de la nueva y eterna alianza, sancionada con la sangre de Cristo”.
El amor recíproco entre los esposos bautizados manifiesta el amor de Cristo y de la Iglesia. Signo del amor de Cristo, el matrimonio es un sacramento de la nueva alianza: “Los esposos son por tanto el recuerdo permanente, para la Iglesia, de lo que acaeció en la cruz; son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes. De este acontecimiento de salvación el matrimonio, como todo sacramento, es memorial, actualización y profecía”.
Por tanto, el matrimonio es un estado de vida, un camino de santidad cristiana, una vocación que debe conducir a la resurrección gloriosa y al Reino, donde “ni ellos tomarán mujer ni ellas marido” (Mt 22, 30). Por esto, el matrimonio exige un amor indisoluble; gracias a esta estabilidad, puede contribuir eficazmente a realizar totalmente la vocación bautismal de los esposos.
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84. Han sido muchas las intervenciones en el aula del Sínodo que han puesto de relieve las amenazas que actualmente acechan a la familia africana. Las preocupaciones de los padres sinodales eran muy justificadas, puesto que el documento preparatorio de la Conferencia de las Naciones Unidas, que tuvo lugar en septiembre de 1994 en El Cairo, tierra africana, parecía claramente que quería adoptar resoluciones en contraste con no pocos valores familiares africanos. Haciendo propias las preocupaciones manifestadas anteriormente por mí a la mencionada Conferencia y a los jefes de Estado de todo el mundo, los padres sinodales dirigieron una apremiante llamada para que se salvaguarde la familia: “¡No dejéis –clamaron– que engañen a la familia africana precisamente en su tierra! ¡No dejéis que el Año internacional de la familia se convierta en el año de la destrucción de la familia!”.
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85. El matrimonio, por su naturaleza, trasciende la pareja, ya que tiene la misión especial de perpetuar la humanidad. Del mismo modo, la familia, por naturaleza, supera los límites del hogar doméstico: está orientada hacia la sociedad. “La familia posee vínculos vitales y orgánicos con la sociedad, porque constituye su fundamento y alimento continuo mediante su función de servicio a la vida. En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela de esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma. Así, la familia, en virtud de su naturaleza y vocación, lejos de encerrarse en sí misma, se abre a las demás familias y a la sociedad, asumiendo su función social”.
En esta línea, la Asamblea especial para África afirma que el fin de la evangelización es edificar la Iglesia como familia de Dios, anticipación, aunque imperfecta, de su reino en la tierra. Las familias cristianas de África llegarán a ser de este modo verdaderas “iglesias domésticas”, contribuyendo al progreso de la sociedad hacia una vida más fraterna. Se producirá así la transformación de las sociedades africanas mediante el Evangelio.
[O.R. (e. c.) 15.IX.1995, 14 y 15]
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80. “Ventura mundi et Ecclesiae aetas per familiam transit” (221). Enimvero non modo familia prima est cellula ecclesialis communitatis vivae, verum et societatis. In Africa potissimum familia cardo habetur totius societatis. Quocirca Synodus familiae evangelizationem censet maximam principalemque rem, si volumus eandem vicissim sumere partes subiecti activi sub prospectu evangelizationis familiarum per familias.
Quod ad pastoralem rem attinet, hoc vera est provocatio, si politicae, oeconomicae, sociales culturalesque difficultates considerantur quibus in Africa a familiis occurrendum est, universalibus exstantibus societatis huius temporis immutationibus. Quamvis recipiat bona quae novitas suppeditat, Africana familia essentialia bona sua servare debet.
221. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 75 [1981 11 22/ 75].
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81. Hac de re Sancta Familia quae, secundum Evangelium (222), per aliquod tempus in Africa vixit, est “christianarum exemplar familiarum omnium”223, “exemplar et spiritalis fons” pro unaquaque christiana familia (224).
Ut Pauli VI verba referamus in Terram Sanctam peregrinatoris, “Nazareth schola est quaedam ubi Iesu vita intellegi coepta est: schola est Evangelii... Hic, hac in schola necessitatem intellegere debent spiritalem disciplinam adipiscendi, qui Christi discipuli fieri velint” (225). In Nazarethano mysterio alte meditando Paulus VI triplices monitiones excipiendas suadet: silentii scilicet, vitae familiaris, laboris. Nazarethana in domo suam quisque missionem agit, plane cum ceteris Sanctae Familiae membris consentiens.
222. Cfr. Matth. 2, 13ss.
223. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 86 [1981 11 22/ 86].
224. Cfr. Propositio 14.
225. Pauli VI Homilia in Basilica Annuntiationis Nazareth, die 5 ian. 1964: Insegnamenti di Paolo VI, II (1964) 23ss [1964 01 05].
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82. Viri mulierisque dignitas ex eo manat quod Deus cum hominem creavit, “Ad imaginem Dei creavit illum; masculum et feminam creavit eos” (226). Sive vir sive mulier “ad imaginem Dei” creati sunt, intellegentia scilicet ac voluntate et ideo libertate praediti. Id demonstrat de protoparentum peccato narratio (227). Psalmista sic incomparabilem hominis dignitatem cantat: “Minuisti eum paulo minus ab angelis, gloria et honore coronasti eum et constituisti eum super opera manuum tuarum” (228).
Uterque ad imaginem Dei creatus, vir et mulier, etsi sunt difformes, quoad humanitatem essentialiter aequales sunt. “Ambo inde ab exordio personae sunt, dissimiliter ac cetera animantia circumiectorum. Mulier est altera persona in communi humana natura” (229). Alter alteri opitulatur (230).
“Deus, homines creans ‘masculum et feminam’, pari donavit personali dignitate virum et mulierem, augens eos iuribus, quae abalienari non possunt, officiisque humanae propriis personae” (231). Synodus mores illos et consuetudines reprehendit, “quae mulieribus iura ac debitam observantiam adimunt” (232) atque postulat ut inibi Ecclesia contendat ad haec iura servanda.
226. Gen 1, 27.
227. ibid. 3.
228. Ps. 8, 6-7.
229. Ioannis Pauli PP. II Mulieris Dignitatem, 6 [1988 08 15/ 6]; Ioannis Pauli PP. II Lettera alle Donne, 7 [1995 06 29/ 7].
230. Cfr. Gen 2, 18-25.
231. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 22 [1981 11 22/ 22].
232. Propositio 48.
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83. Deus, Pater, Filius et Spiritus Sanctus caritas est.233 “Dei hominumque communio perficitur postremum in Christo Iesu, Sponso, qui amat seque donat ut humani generis Salvatorem, cum illud corpori suo adnectit... Primigenam matrimonii veritatem Ipse patefacit, veritatem ‘principii’, et hominem a cordis duritia liberando idoneum efficit ut eam veritatem integre exsequatur... Revelatio haec ad ultimam suam adducitur plenitudinem tum in amoris dono, quod hominibus defert Verbum Dei sumpta natura humana, tum in sacrificio sui ipsius, quod Iesus Christus in Cruce pro Sponsa sua Ecclesia offert. Eo in sacrificio plane reseratur consilium illud, quod Deus humana impressit in viri ac mulieris natura iam inde ab eorum creatione (234), baptizatorum itaque Matrimonium efficitur solidum signum novi aeternique Foederis, Christi sanguine firmati...” (235).
Inter coniuges baptizatos mutuus amor Christi Ecclesiaeque amorem significat. Amoris Christi signum, matrimonium Novi Foederis sacramentum est. “Coniuges igitur sunt pro Ecclesia recordatio perpetua illius rei, quae in Cruce evenit; sibi vicissim et filiis sunt testes salutis, cuius eos efficit consortes sacramentum. Illius salutiferi eventus matrimonium, sicut quodvis sacramentum, est memoriale et exsecutio et vaticinium” (236).
Illud ideo est vitae condicio, sanctitatis christianae via, vocatio quae ad gloriosam resurrectionem adque Regnum perducere debet, ubi “neque nubent neque nubentur” (237). Quocirca Matrimonium indissolubilem amorem requirit: propter hanc stabilitatem efficaciter potest prodesse coniugum baptismali vocationi ad effectum plene adducendae.
233. Cfr. 1Io 4, 8.
234. Cfr. Eph. 5, 32-33.
235. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 13 [1981 11 22/ 13].
236. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 13 [1981 11 22/ 13].
237. Matth. 22, 30.
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84. Multa in synodali aula dicta sunt, quae minas significaverunt Africanae familiae hodie instantes. Synodalium Patrum sollicitudines tanto magis intellegebantur propterea quod cuiusdam Nationum Unitarum Conferentiae praeparatorium documentum, Cairensi in urbe mense Septembri anni mcmxciv actae, in Africano solo, quaedam consilia capere videbatur, haud paucis familiaribus Africae bonis contraria. Factis suis sollicitudinibus, quas antea supra memoratae Conferentiae atque totius orbis terrarum Nationum Moderatoribus patefeceramus (238), ii rogaverunt atque obsecraverunt ut familia servaretur: “Nolite pati –clamaverunt– Africanam familiam in suo solo iniuria affici! Ne siveritis Internationalis Familiae Annus fiat annus familiae eversae” (239).
238. Cfr. Ioannis Pauli PP. II Nuntius dominae Nafis Sadik, Secretariae generalis Conferentiae Internationalis anni 1994 de hominum multitudine et progressu, die 18 mar. 1994: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVII, 1 (1994) 747ss [1994 03 18c/ 4-10].
239. Synodi Episcoporum, Coetus Specialis pro Africa, Nuntius ad Populum Dei, 30: Diurnarium L’Osservatore Romano, die 8 maii 1994, p. 5, n. 30.
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85. Matrimonium, natura sua, coniuges ipsos transgreditur, cum perpetuandi genus humanum peculiare sustineat officium. Similiter, sua natura, familia fines praetergreditur laris familiaris: ipsa ad societatem dirigitur. “Familia coniungitur cum societate quasi vinculis ratione vitali et ordinata, quoniam eius fundamentum efficit atque perenne alimentum per suum ipsius munus vitae inserviendi: nam ex familia cives nascuntur et in familia primam scholam socialium illarum virtutum inveniunt, quae societatis ipsius vitam animant progressionemque. Ita ex natura vocationeque sua tantum abest ut familia in se concludatur ut aliis etiam familiis et societati aperiatur, proprio sociali officio suscepto” (240).
His insistens vestigiis, Specialis Coetus pro Africa fatetur evangelizationis finem esse Ecclesiam ut Dei Familiam aedificare, quae est quae dam, etsi incohata, anticipatio Regni in terra. Hac ratione Africanae familiae “ecclesiae domesticae” fient, societatis progressum iuvantes ad vitam magis fraternam adipiscendam. Hac ratione per Evangelium Africanae societates commutabuntur!
[Insegnameni GP II, 18/2, 429-432]
240. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 42 [1981 11 22/ 42].