[2012] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, TESTIMONIO DEL EVANGELIO
Del Discurso My thoughts, a los participantes en el IV Encuentro Mundial de las Familias, 25 enero 2003
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2. Sé que en la sesión teológico-pastoral que acabáis de celebrar habéis profundizado en el tema: âLa familia cristiana, buena noticia para el tercer milenioâ. He elegido estas palabras, para vuestro Encuentro Mundial, con el fin de subrayar la sublime misión de la familia que, acogiendo el Evangelio y dejándose iluminar por su mensaje, asume el necesario compromiso de dar testimonio del mismo.
Queridas familias cristianas: ¡anunciad con alegrÃa al mundo entero el maravilloso tesoro que, como iglesias domésticas, lleváis con vosotros! Esposos cristianos, en vuestra comunión de vida y amor, en vuestra entrega recÃproca y en la acogida generosa de los hijos, ¡sed en Cristo luz del mundo! El Señor os pide que seáis cada dÃa como la lámpara que no se oculta, sino que es puesta âsobre el candelero para que alumbre a todos los que están en la casaâ (Mt 5,15).
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3. Sed ante todo âbuena noticia para el tercer milenioâ viviendo con empeño vuestra vocación. El matrimonio que habéis celebrado un dÃa, más o menos lejano, es vuestro modo especÃfico de ser discÃpulos de Jesús, de contribuir a la edificación del Reino de Dios, de caminar hacia la santidad a la que todo cristiano está llamado. Los esposos cristianos, como afirma el Concilio Vaticano II, cumpliendo su deber conyugal y familiar, âse acercan cada vez más a su propia perfección y a su santificación mutuaâ (Gaudium et spes, 48).
Acoged plenamente, sin reservas, el amor que primero os da Dios en el sacramento del matrimonio y con el que os hace capaces de amar (cf. 1 Jn 4,19). Permaneced siempre aferrados a esta certeza, la única que puede dar sentido, fuerza y alegrÃa a vuestra vida: el amor de Cristo no se apartará nunca de vosotros, su alianza de paz con vosotros no disminuirá (cf. Is 54,10). Los dones y la llamada de Dios son irrevocables (cf. Rm 11,29). Ãl ha grabado vuestro nombre en las palmas de sus manos (cf. Is 49,16).
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4. La gracia que habéis recibido en el matrimonio y que permanece en el tiempo proviene del corazón traspasado del Redentor, que se ha inmolado en el altar de la Cruz por la Iglesia, su esposa, venciendo la muerte para la salvación de todos.
Por tanto, esta gracia, lleva consigo la peculiaridad de su origen: es la gracia del amor que se ofrece, del amor que se consagra y perdona; del amor altruista que olvida el propio dolor; del amor fiel hasta la muerte; del amor fecundo de vida. Es la gracia del amor benévolo, que todo cree, todo soporta, todo espera, todo tolera, que no tiene fin y sin el cual todo lo demás no es nada (cf. 1 Cor 13,7-8). Ciertamente, esto no siempre es fácil, y en la vida cotidiana no faltan las insidias, las tensiones, el sufrimiento y también el cansacio. Pero no estáis solos en vuestro camino. Con vosotros actúa y está siempre presente Jesús, como lo estuvo en Caná de Galilea, en un momento de dificultad para aquellos nuevos esposos. En efecto, el Concilio recuerda también que el Salvador sale al encuentro de los esposos cristianos y permanece con ellos para que, del mismo modo que Ãl amó a la Iglesia y se entregó por ella, también ellos puedan amarse fielmente el uno al otro, para siempre, con mutua entrega (cf. Gaudium et spes, 48).
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5. Esposos cristianos, sed âbuena noticia para el tercer milenioâ testimoniando con convicción y coherencia la verdad sobre la familia.
La familia fundada en el matrimonio es patrimonio de la humanidad, es un bien grande y sumamente apreciable, necesario para la vida, el desarrollo y el futuro de los pueblos. Según el plan de la creación establecido desde el principio (cf. Mt 19,4.8), es el ámbito en el que la persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26), es concebida, nace, crece y se desarrolla. La familia, como educadora por excelencia de personas (cf. Familiaris consortio, 19-27), es indispensable para una verdadera âecologÃa humanaâ (Centesimus annus, 39).
Os agradezco los testimonios que habéis presentado esta tarde y que he seguido con atención. Me hacen pensar en la experiencia adquirida como sacerdote, Arzobispo en Cracovia y a lo largo de estos casi 25 años de Pontificado: como he afirmado otras veces, el futuro de la humanidad se fragua en la familia (cf. Familiaris consortio, 86).
Queridas familias cristianas, os encomiendo dar testimonio en la vida cotidiana de que, incluso entre tantas dificultades y obstáculos, es posible vivir en plenitud el matrimonio como experiencia llena de sentido y como âbuena noticiaâ para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Sed protagonistas en la Iglesia y en el mundo: es una necesidad que surge del mismo matrimonio que habéis celebrado, de vuestro ser iglesia doméstica, de la misión conyugal que os caracteriza como células originarias de la sociedad (cf. Apostolicam actuositatem, 11).
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6. En fin, para ser âbuena noticia para el tercer milenioâ, no olvidéis, queridos esposos cristianos, que la oración en familia es garantÃa de unidad en un estilo de vida coherente con la voluntad de Dios.
Proclamando recientemente el año del Rosario, he recomendado esta devoción mariana como oración de la familia y para la familia: rezando el Rosario, en efecto,âJesús está en el centro, se comparten con él alegrÃas y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el caminoâ (Rosarium Virginis Mariæ, 42).
Al confiaros a MarÃa, Reina de la familia, para que acompañe y ampare vuestra vida, me alegra anunciaros que el quinto Encuentro Mundial de las Familias tendrá lugar en Valencia, España, en el 2006.
Os imparto ahora mi Bendición, dejándoos una consigna: ¡con la ayuda de Dios haced del Evangelio la regla fundamental de vuestra familia, y de vuestra familia una página del Evangelio escrita para nuestros tiempos.
[OR (ed.esp.) 31-I-2003, 5]
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2. In the theological-pastoral session just concluded you discussed the theme: âThe Christian Family: Good News for the Third Millenniumâ. I chose these words with your World Meeting in mind, in order to highlight the sublime mission of the family. By embracing the Gospel and walking in its light, families are given the demanding responsibility of bearing witness to its message.
Dear Christian families, proclaim joyfully to the whole world the wonderful treasure which you, as domestic churches, possess! Christian couples, in your communion of life and love, in your mutual self-giving and in your generous openness to children, become, in Christ, the light of the world. The Lord asks you daily to be like a lamp which does not remain hidden, but is put âon a stand, and ... gives light to all in the houseâ2[152].
[152]2 Matth. 5,15.
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3. Above all, be âgood newsâ for the third millennium by remaining faithful to your vocation. Whether you were married recently or many years ago, the Sacrament of Matrimony continues to be your own special way of being disciples of Jesus, contributing to the spread of the Kingdom of God and growing in the holiness to which all Christians are called. As the Second Vatican Council noted, Christian couples, in the fulfilment of their marital and family responsibilities, âincreasingly advance their own perfection and their mutual sanctificationâ3[153].
Accept fully and without reserve the love which, in the Sacrament of Matrimony, God first gave to you, and through which he enables you to love others in turn4[154]. Stand firm in the one conviction which can give meaning, strength and joy to your life: Christâs love will never abandon you, his covenant of peace with you will never fail5[155]. Godâs gifts and call are irrevocable6[156]. He has written your name on the palm of his hand7[157].
[153]3 Gaudium et Spes, 48 [1965 12 07c/48]
[154]4 Cfr. 1 Io. 4, 19.
[155]6 Cfr. Is. 54, 10.
[156]6 Cfr. Rom. 11, 29.
[157]7 Cfr. Is. 49, 16.
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4. The grace which you received in marriage remains with you through the years. Its source is in the pierced heart of the Redeemer, who sacrificed himself on the altar of the Cross for the sake of the Church, his Spouse, accepting death for the salvation of the world.
This grace remains ever close to that source: it is the grace of a self-sacrificing love, a love which both gives and forgives. It is the grace of a selfless love which forgets the hurt it has suffered, a love faithful unto death, a love bursting with new life. It is the grace of a generous love, which believes all things, bears all things, hopes all things, endures all things, a love which has no end, a love which is greater than all else8[158]. Such a love is not always easy. Daily life is full of pitfalls, tensions, suffering and even fatigue. But on this journey you are not alone. Jesus is always present at your side, just as he was for the newlyweds at Cana in Galilee during a moment of difficulty. The Second Vatican Council reminds us that the Saviour remains close to Christian couples and offers them help, so that, just as he loved the Church and gave himself up for her, they too might always love each other faithfully and with constant mutual concern9[159].
[158]8 Cfr. 1 Cor. 13, 7-8.
[159]9 Cfr. Gaudium et Spes, 48 [1965 12 07c/48]
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5. Christian couples, be âgood news for the third millenniumâ by bearing convincing and consistent witness to the truth about the family.
The family founded on marriage is a patrimony of humanity, a great good of priceless value, necessary for the life, development and the future of peoples. According to the plan of creation established in the beginning10[160], the family is the setting in which the human person, made in the image and likeness of God11[161], is conceived and born, grows and matures. The family, as the primary school in which the human person is formed12[162], is indispensable for a true âhuman ecologyâ13[163].
I am grateful for the testimonies which you have given this evening, and which I have carefully followed. They bring to mind my own experiences as a priest, as Archbishop of Krakow and in the nearly twenty-five years of my papacy. As I have often said, the future of humanity passes by way of the family14[164].
I urge you, dear Christian families, to show by your daily lives that despite numerous difficulties and obstacles marriage is able to be fully lived out as a meaningful experience and as âgood newsâ for the men and women of today. Be leaders in the Church and in the world: this is a responsibility flowing from your celebration of the Sacrament of Matrimony, from your being a domestic church, and from the marital mission which is yours as the primary cells of society15[165].
[160]10 Cfr. Matth. 19, 4.8.
[161]11 Cfr. Gen. 26.
[162]12 Cfr. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 19-27 [1981 11 22/19-27]
[163]13 Eiusdem Centesimus Annus, 39 [1991 05 01/39]
[164]14 Cfr. Eiusdem Familiaris Consortio, 86 [1981 11 22/86]
[165]15 Cfr. Apostolicam Actuositatem, 11 [1965 11 18/11]
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6. Finally, dear Christian couples, if you wish to be âgood news for the third millenniumâ, do not forget that family prayer is a sure way to remain united in a way of life in harmony with Godâs will. When I proclaimed the Year of the Rosary several months ago, I recommended this Marian devotion as a prayer of the family and for the family. By reciting the Rosary, families âplace Jesus at the centre, they share his joys and sorrows, they place their needs and their plans in his hands, they draw from him the hope and the strength to go onâ16[166].
I entrust all of you to Mary, Queen of the Family; may she accompany and sustain your life as families. I am also pleased to announce that the Fourth World Meeting of Families will be held in Valencia, Spain, in 2006.
As I now impart to all of you my Apostolic Blessing, I leave you with a final charge: with Godâs help, make the Gospel the guiding principle of your families, and make your families a page of the Gospel written for our time!
[Insegnamenti GP II, 26/1 (2003), 109-111]
[166]16 Ioannis Pauli PP. II Rosarium Virginis Mariae, 42.