[0370] • PÍO XII, 1939-1958 • EL HOGAR DE NAZARET, MODELO DE LA VIDA FAMILIAR
De la Alocución Se vi è, a unos recién casados, 3 enero 1940
1940 01 03 0001
[1.–] Si hay en medio de las tristezas de la tierra, un grupo de seres que pueden mirar con serenidad el porvenir, parece que podéis ser vosotros, recientemente unidos con los vínculos del matrimonio cristiano, y resueltos a llenar lealmente, con los auxilios divinos que el sacramento os confiere, las obligaciones que éste os impone. En los días que acaban de transcurrir, habéis realizado uno de vuestros más dulces sueños. Os resta un anhelo que conseguir para el año que ahora comienza: que vuestra unión, bendecida ya invisiblemente por Dios con la gracia sacramental, reciba la bendición visible de la fecundidad.
1940 01 03 0002
[2.–] Ahora bien, he aquí que la Iglesia propone en este tiempo de Navidad a vuestra consideración a una mujer y un hombre inclinados tiernamente hacia un niño recién nacido. Meditando el misterio de Navidad, contemplad, pues, la actitud de María y José; tratad, sobre todo, de penetrar en sus corazones y participar de sus sentimientos. Y entonces, no obstante la diferencia infinita entre la Natividad de Jesús, Verbo encarnado, Hijo de la Virgen purísima, y el nacimiento humano del pequeño ser a quien vais a dar vida, podréis tomar con confianza para modelos vuestros, a estos esposos ideales: María y José.
1940 01 03 0003
[3.–] Mirad la cueva de Belén. ¿Es acaso una morada que llegue a convenir a unos modestos artesanos? ¿Qué significan estos animales, qué dicen estas alforjas de viaje, por qué esta absoluta pobreza? ¿Es esto lo que María y José habían soñado para el crecimiento del niño Jesús, en la íntima dulzura de su casita de Nazaret? Tal vez José, desde hacía ya varios meses, sirviéndose de algunos trozos de madera del país, había aserrado, cepillado, pulido y adornado una cuna, coronada por un racimo de uvas entrelazadas. Y María –bien podemos pensarlo– iniciada desde su infancia en el templo en las labores femeninas, había cortado, festoneado y bordado con algún gracioso dibujo, como toda mujer a quien anima la esperanza de una próxima maternidad, los pañales para el Deseado de las gentes.
1940 01 03 0004
[4.–] Y, sin embargo, ahora no están en su casita, ni junto a sus amigos, ni siquiera en una posada ordinaria: ¡están en un establo! Para obedecer al edicto de Augusto, habían hecho en pleno invierno un penoso viaje, aun sabiendo que el niño tan esperado estaba para venir al mundo. Y sabían bien que este niño, fruto virginal de la obra del Espíritu Santo, pertenecía a Dios antes que a ellos. Jesús mismo, doce años más tarde, debía recordárselo: los intereses del Padre celestial, Señor soberano de los hombres y de las cosas, debían anteponerse a los pensamientos de amor, por muy puros y ardientes que fueran, de María y de José. He aquí por qué aquella noche, en una miserable y húmeda cueva, adoran éstos, arrodillados, al divino recién nacido recostado en un duro pesebre, positum in praesepio, en lugar de estar en la graciosa cuna; envuelto en pañales groseros, pannis involutum, en lugar de las finas fajas.
1940 01 03 0005
[5.–] También vosotros, queridos recién casados, habéis tenido, tenéis y tendréis dulces sueños sobre el porvenir de vuestros hijos. ¡Tristes de aquellos padres que no los tengan! Pero evitad que vuestros sueños sean exclusivamente terrenos y humanos. Ante el Rey de los Cielos, que temblaba sobre las pajas, y cuyo lenguaje, como el de todo hombre que viene a este mundo, era todavía el llanto: et primam vocem similem omnibus emisi plorans(1), María y José vieron –con una luz interior que aclaraba las apariencias de la realidad material– que el niño más bendecido por Dios no es necesariamente el que nace en la riqueza y en el bienestar; comprendieron que los pensamientos de los hombres no están siempre conformes con los de Dios; sintieron profundamente que todo lo que acaece sobre la tierra, ayer, hoy y mañana, no es un efecto de la casualidad o de una buena o mala suerte, sino el resultado de una larga y misteriosa concatenación de sucesos, dispuesta o permitida por la providencia del Padre celestial.
1. Sap. VII, 3.
1940 01 03 0006
[6.–] Queridos recién casados, procurad sacar provecho de esta sublime lección. Postrados ante la cuna del Niño Jesús, como lo hacíais tan inocentemente en vuestra niñez, rogadle que infunda en vosotros los grandes pensamientos sobrenaturales que llenaban en Belén el corazón de su padre adoptivo y de su madre Virgen. En los queridos pequeñuelos que vendrán, según esperamos, a alegrar vuestro hogar joven, antes de venir a ser el orgullo de vuestra edad madura y el sostén de vuestra vejez, no veáis solamente los miembros delicados, la sonrisa graciosa, los ojos en que se reflejan los rasgos de vuestro corazón, sino sobre todo y ante todo el alma, creada por Dios, precioso depósito confiado a vosotros por la bondad divina. Educando a vuestros hijos para una vida profundamente y animosamente cristiana, les daréis y os daréis a vosotros mismos la mejor garantía de una existencia feliz en este mundo y de una reunión dichosa en el otro.
[FC 40-43]
1940 01 03 0001
[1.–] Se vi è, in mezzo alle tristezze della terra, un gruppo di esseri, che possono guardare con serenità l’avvenire, Ci sembra che siate ben voi, recentemente uniti coi vincoli del matrimonio cristiano, e risoluti ad adempire lealmente, coi soccorsi divini che il Sacramento vi conferisce, gli obblighi che esso vi impone. Nei giorni testè trascorsi voi avete realizzato uno dei vostri più dolci sogni. Vi resta un voto da formare per l’anno or ora cominciato: quello che la vostra unione, già benedetta invisibilmente da Dio colla grazia sacramentale, riceva la benedizione visibile della fecondità.
1940 01 03 0002
[2.–] Or ecco che la Chiesa in questo tempo natalizio propone alla vostra considerazione una donna e un uomo chinati teneramente verso un neonato bambino. Meditando il mistero del Natale, contemplate dunque l’attitudine di Maria e di Giuseppe; cercate soprattutto di penetrare nei loro cuori e di entrare a parte dei loro sentimenti. Allora, nonostante la differenza infinita tra la natività di Gesù, Verbo incarnato, figlio della Vergine purissima, e la nascita umana del piccolo essere a cui darete la vita, voi potrete con fiducia prendere per vostri modelli questi sposi ideali: Maria e Giuseppe.
1940 01 03 0003
[3.–] Guardate la grotta di Betlemme. È forse una dimora conveniente anche per dei modesti artigiani? Perchè questi animali, perchè queste bisacce da viaggio, perchè questa assoluta povertà? È questo ciò che Maria e Giuseppe avevano sognato per la nascita del Bambino Gesù, nella intima dolcezza della loro casetta di Nazareth? Forse, già da vari mesi Giuseppe, servendosi di alcuni pezzi di legno del paese, aveva segato, piallato, ripulito e ornato una culla, coronata da una vôlta di vimini intrecciati. E Maria –possiamo ben pensarlo–, iniziata dalla sua fanciullezza nel tempio ai lavori femminili, aveva, come ogni donna, cui anima la speranza di una prossima maternità, tagliato, orlato, e guarnito di qualche grazioso ricamo, i pannilini per il Desiderato delle Genti!
1940 01 03 0004
[4.–] Ed ora invece essi non sono nè nella loro casetta, nè presso amici, e nemmeno in un albergo comune; essi sono in una stalla! Per obbedire all’editto di Augusto, avevano fatto in pieno inverno, pur sapendo che il bambino tanto atteso era per venire al mondo, un penoso viaggio. Ed essi sapevano pure che questo bambino, frutto verginale dell’opera dello Spirito Santo, apparteneva a Dio prima che a loro. Gesù stesso, dodici anni più tardi, doveva loro ricordarlo: gli interessi del Padre celeste, Signore sovrano degli uomini e delle cose, dovevano andare avanti ai pensieri di amore, per quanto puri ed ardenti, di Maria e di Giuseppe. Ecco perchè quella notte, in una misera ed umida grotta, essi inginocchiati adorano il divino neonato, giacente in una dura mangiatoia, positum in praesepio, invece che nella culla graziosa, avvolto in ruvidi panni, pannis involutum, anzichè in fini fasce.
1940 01 03 0005
[5.–] Voi pure, o cari giovani sposi, avete fatto, fate e farete dei dolci sogni per l’avvenire dei vostri figli. Tristi quei genitori che non ne facessero! Ma badate che i vostri sogni non siano esclusivamente terreni ed umani! Davanti al Re dei cieli, che tremava sulla paglia, e il cui linguaggio, come quello di ogni uomo che viene in questo mondo, era ancora il pianto: “et primam vocem similem omnibus emisi plorans” (Sap VII, 3), Maria e Giuseppe videro –in una luce interiore che rischiarava anche l’aspetto delle realtà materiali–, che il Bambino più benedetto da Dio non è necessariamente quello che nasce nelle ricchezze e nel benessere; compresero che i pensieri degli uomini non sono sempre conformi a quelli di Dio; sentirono profondamente che tutto quello che accade sulla terra, ieri, oggi, domani, non è un effetto del caso, o di una buona o cattiva fortuna, ma il risultato di una lunga e misteriosa concatenazione di avvenimenti, disposta o permessa dalla Provvidenza del Padre celeste.
1940 01 03 0006
[6.–] Diletti sposi novelli, procurate di ricavare profitto da questa sublime lezione! Prostrati dinanzi alla culla del Bambino Gesù, como facevate così candidamente nella vostra fanciulleza, pregatelo di infondere in voi i grandi pensieri soprannaturali che riempivano in Betlemme il cuore del Suo Padre putativo e della Sua Vergine Madre. Nei cari piccoli esseri che verranno, Noi lo speriamo, ad allietare il vostro giovane focolare, prima di divenire la fierezza della vostra età matura ed il sostegno della vostra vecchiaia, possiate voi vedere non soltanto le delicate membra, il grazioso sorriso, gli occhi in cui si rifletteranno i lineamenti del vostro volto e fino ai sentimenti del vostro cuore, ma soprattutto e innanzi tutto l’anima, creata da Dio, prezioso deposito a voi affidato dalla divina Bontà. Educando i vostri figli id una vita profondamente e coraggiosamente cristiana, voi darete a loro e a voi stessi la miglior garanzia di una esistenza felice in questo mondo e di una riunione beata nell.
[DR 1, 465-467]