[0530] • PÍO XII, 1939-1958 • LA MUJER EN LA SOCIEDAD Y EN LA FAMILIA
De la Alocución Poussées par le désir, al XIV Congreso Internacional de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, 29 septiembre 1957
1957 09 29a 0003
[El problema de la “promoción de la mujer”]
[3.–] El problema que se designa habitualmente bajo la fórmula “Promoción de la mujer”, ¿no está, en efecto, en el primer plano de las preocupaciones de numerosas asociaciones femeninas internacionales de diversas tendencias, protestantes, neutras o marxistas, como igualmente de las organi zaciones internacionales oficiales? Ahora bien: la sociedad contemporánea sufre, singularmente en los países de reciente formación, profundas convulsiones; una multitud de problemas nuevos se plantean, que vosotras queréis abordar con la máxima seguridad dentro de un espíritu de plena fidelidad a la doctrina cristiana.
1957 09 29a 0004
[4.–] [...] Vosotras podéis y debéis hacer vuestro, sin restricciones, el programa de promoción de la mujer, que despierte una inmensa esperanza en la innumerable muchedumbre de vuestras hermanas, todavía sometidas a costumbres degradantes, o víctimas de la miseria, de la ignorancia de su ambiente, de la falta total de medios de cultura y de formación. Pero esta promoción de la mujer la queréis concebida en términos cristianos, en la luz de la fe, en la perspectiva de la Redención y de vuestra vocación sobrenatural.
1957 09 29a 0007
[Relación de la mujer para con Dios]
[7.–] La verdad más ignorada de los hombres de hoy, al menos en su actuación corriente y, sin embargo, la más fundamental para vosotras, es la relación de la mujer para con Dios. La mujer viene de Dios; le debe su existencia, las características de su ser, de su misión terrena, y el destino eterno que coronará el cumplimiento fiel de su misión. Esta verdad, que ya la razón permite conocer, adquiere a la luz de la fe su pleno significado y una certeza absoluta que os prestará un indispensable apoyo cuando os veáis expuestas al flujo y reflujo de las ideas que la novela, el cine, el teatro difunden sin cesar en las masas y que les dan una concepción de la mujer profundamente viciada.
1957 09 29a 0009
[9.–] ¿Qué actitud adopta el mundo moderno ante esta verdad fundamental del origen divino del hombre y de la mujer? Lo sabéis por experiencia directa que tenéis de vuestro medio ambiente y por diversas encuestas que las organizaciones femeninas llevaron a cabo en diferentes regiones del mundo sobre la condición de la mujer. La idea de Dios aparece como superflua en un mundo caído en las manos del hombre, en poder de la ciencia y de la técnica, y de donde se han eliminado las creencias agobiadoras y las supersticiones. Esta atmósfera de ateísmo, combativo o latente, amenaza más gravemente a la mujer que al hombre, así en su vida personal como en su papel social; porque –más adelante lo señalaremos– por sus disposiciones innatas y por la función a que su naturaleza la destina, la mujer está más en armonía con las realidades espirituales; ella las percibe más fácilmente, las vive más conscientemente, las interpreta y las hace sensibles a los demás, en particular a aquéllos a quienes ha de atender como esposa y como madre. Su dignidad personal, el respeto que se la debe, son determinados, ante todo, por la salvaguarda de esa misión espiritual y, en último análisis, por su proximidad a Dios. El respeto de la mujer y el reconocimiento de su papel verdadero están estrechamente ligados a las concepciones religiosas del grupo social al que ella pertenece.
1957 09 29a 0010
[10.–] Veis así cuál será el primer objetivo de vuestro apostolado al servicio de la verdad: restaurar en toda su integridad la fe en Dios, porque Dios es la fuente de vuestro ser y el fin último que perseguís, y porque la elevación de la condición de la mujer supone como primera etapa la confirmación del principio que la asegura.
1957 09 29a 0011
[11.–] No solamente ha dado Dios a la mujer la existencia, sino la personalidad femenina en su estructura física y psíquica, que responden a un designio particular del Creador. El hombre y la mujer son las imágenes de Dios, y, según su propio medio, personas iguales en dignidad y que poseen los mismos derechos, sin que pueda sostenerse en manera alguna que la mujer sea inferior. Ella está, en efecto, llamada a colaborar con el hombre en la propagación y en el desarrollo de la raza humana, y asume en esto el papel delicado y sublime de la maternidad; ésta lleva consigo gozos y penas de una intensidad poco comunes, porque implica la inmensa responsabilidad de traer el niño al mundo, protegerlo, alimentarle, velar por su crecimiento, por su educación primera, seguirle con solicitud durante el período difícil de la adolescencia y así prepararle para sus responsabilidades de adulto. También Dios ha otorgado a la mujer dones inestimables, que le permiten transmitir no sólo la vida física, sino también las disposiciones más íntimas del alma y las cualidades de orden espiritual y moral que determinan el carácter. Los modernos estudios de psicología ponen muy de relieve lo complejo y la originalidad de la naturaleza femenina, de suerte que no es necesario detenernos en ello. Destaquemos, además, que estas mismas cualidades en todos los otros campos de la vida social y cultural, constituyen en ellos hasta una aportación indispensable, y las civilizaciones que las desconocen o que rehuyen su influencia, sufren inevitablemente deformaciones más o menos graves que impiden su desarrollo y las condenan más tarde o más temprano a la esterilidad y a la decadencia.
1957 09 29a 0012
[12.–] Si la mujer significa comúnmente la entrega de sí misma en el matrimonio y en la maternidad, puede también responder a las intenciones divinas de una manera más directa y hacer fructificar sus riquezas espirituales por la virginidad consagrada, que, lejos de ser un repliegue sobre sí misma o una huida frente a las tareas de la existencia, responde al deseo de una entrega más total, más pura, más generosa. En países cristianos, como en tierras de misión, la mujer que renuncia al matrimonio para dedicarse sin obstáculos al cuidado de los enfermos y de los desgraciados, a la educación de los niños, a la mejora de la suerte de las familias, manifiesta con ello a los espíritus imparciales la presencia y la acción divinas. Ella cumple así su propia vocación con la más alta fidelidad y la máxima eficacia.
1957 09 29a 0013
[13.–] Comprendéis perfectamente, queridas hijas, las consecuencias que para vuestro apostolado se derivan de los principios y de los hechos que acabamos de recordar. Al proponeros trabajar con todas las fuerzas por la elevación de la mujer, por la expansión de su influencia, en la vida social, os comprometéis también a no desarrollar sus dones sino en una perspectiva cristiana, la única capaz de conferirles su verdadero y pleno valor. ¡Qué maravilloso progreso en todos los continentes, qué radical elevación del nivel social y cultural de los pueblos, si todas las mujeres tuviesen conciencia del designio de Dios sobre su persona y consagrasen su influencia a hacerle conocer y amar!
1957 09 29a 0015
[Pertenencia de la mujer a Cristo]
[15.–] La pertenencia de la mujer a Cristo adquiere en el matrimonio un relieve especial que el apóstol San Pablo hizo notar vigorosamente. En efecto, escribe a los de Éfeso: Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella2. Que las mujeres estén sometidas a sus maridos como al Señor... Del mismo modo que la Iglesia está sometida a Cristo, las mujeres estén sometidas en todo a su marido3. Al elevar el matrimonio de los bautizados a la dignidad de sacramento, Cristo confirió a los esposos una dignidad incomparable, y asignó una función redentora a su unión. Cuando San Pablo afirma que las mujeres tienen que estar sometidas a su marido como la Iglesia a Cristo, establece entre los esposos una diferencia bien neta, pero por ello mismo ilustra la fuerza que les une, el uno al otro, y mantiene la indisolubilidad del lazo que les asocia. Los Estados modernos y los pueblos jóvenes que después de la última guerra llegaron a la independencia o aspiran a ella tienden cada vez más, en su legislación y en sus costumbres, a poner en pie de igualdad al hombre y a la mujer en la familia, así como en el plano social, político, profesional. Esta evolución presenta aspectos legítimos y otros que lo son menos, sobre todo cuando se inspira en principios materialistas; Nos no queremos discutir aquí esta cuestión demasiado vasta, sino solamente recordaros que vuestro apostolado tiene que mantener firmemente la concepción cristiana de la esposa y de la misión de la mujer en la familia; sólo esta concepción inspira entre los cónyuges el verdadero respeto, la mutua estima, la entrega sin reservas, la fidelidad total y, por encima de todo, el amor pronto a todos los sacrificios y a todos los perdones.
2. Eph. 5, 25.
3. Ibid. 5, 22-24.
1957 09 29a 0020
[Dependencia de la mujer hacia la Iglesia]
[20.–] La mujer católica, luego de alistarse en una tarea apostólica, se encuentra inmediatamente ante un conjunto de ideas, de opiniones, de tendencias, de sistemas que la solicitan de todas partes; importa, pues, que sepa orientarse con facilidad según las circunstancias y, por lo tanto, que posea normas seguras que le permitan trazarse una línea de conducta, así como la fuerza moral indispensable para permanecer fiel a ella y para descubrir y evitar los eventuales errores. ¿Dónde encontrará ella esta regla de pensamiento y de acción sino en el seno de la comunidad cristiana, en la Iglesia católica?
1957 09 29a 0022
[22.–] En consecuencia, tanto en su conducta personal como en su apostolado, la mujer católica debe preocuparse de permanecer en contacto estrecho con la fuente viva de luz que el Señor ha puesto en su Iglesia; y, mientras permanece bajo su dirección, acepta su enseñanza y observa sus normas, ella goza de una serenidad infinitamente preciosa, que a todas sus empresas confiere una autoridad y una estabilidad semejantes a las de la Iglesia misma.
1957 09 29a 0038
[38.–] [...] Las más diversas causas, como la industrialización, los cambios sociales, la elevación de nivel de vida y de cultura, la creación de nuevas ramas de la técnica han contribuido y contribuyen todavía a ello. Actualmente, la mujer encuentra sitio en casi todas las profesiones e instituciones culturales, sociales, políticas, así como en los organismos internacionales. La mujer católica participa, como las demás, en este movimiento; no podría, ni por lo demás, querría sustraerse; muy al contrario, debe asumir sus responsabilidades en todos los terrenos y hacer frente a las exigencias de un apostolado efectivo.
1957 09 29a 0039
[39.–] En cada uno de los sectores donde ella trabaja, en la familia como esposa y madre, en la educación, en la vida social, en los organismos legislativos, administrativos, judiciales y en las relaciones internacionales, ha de seguir las normas religiosas y morales particulares sobre las que la Iglesia, y muy especialmente los Papas, han proporcionado útiles aclaraciones. Cuando las circunstancias no estaban todavía suficientemente definidas, ellos habitualmente han señalado los límites de los que no se puede pasar.
1957 09 29a 0040
[Exhortación al apostolado]
[40.–] La sede Apostólica no solamente tolera vuestra acción: os exhorta al apostolado, a entregaros para realizar el gran deber misionero de los cristianos, a fin de agrupar a todas las ovejas descarriadas en un solo rebaño y bajo un solo Pastor (9). La iniciativa individual tiene en ello su función al lado de una acción de conjunto organizada y preparada por medio de diversas asociaciones. Esta iniciativa del apostolado seglar se justifica perfectamente, aun sin previa y explícita “misión” de la Jerarquía. La madre de familia que se ocupa de la formación religiosa de sus hijos, la mujer que se entrega a los servicios de la asistencia caritativa, la que muestra una fidelidad valiente para salvaguardar su dignidad o el clima moral de su medio, ejercen un verdadero apostolado.
[EyD, 2123-2132]
9. Io. 10, 16.
1957 09 29a 0003
Le problème de la “Promotion de la femme”
[3.–] Ce problème que l’on désigne d’habitude sous la formule “Promotion de la femme”, n’est-il pas en effet au premier plan des préoccupations de nombreuses associations féminines intemationales de tendances diverses, protestantes, neutres, ou marxistes, comme aussi des organisations internationales officielles? Or la société contemporaine subit, en particulier dans les pays de formation récente, de profonds bouleversements; une multitude de problèmes nouveaux se posent que vous désirez aborder avec le maximum de sécurité dans un esprit de pleine fidélité à la doctrine chrétienne.
1957 09 29a 0004
[4.–] [...] Vous pouvez et vous devez faire vôtre, sans restrictions, le programme de promotion de la femme, qui soulève d’un immense espoir la foule innombrable de vos soeurs encore soumises à des coutumes dégradantes, ou victimes de la misère, de l’ignorance de leur milieu, du manque total de moyens de culture et de formation. Mais cette promotion de la femme vous la voulez conçue en termes chrétiens, dans la lumière de la foi, la perspective de la Rédemption et de votre vocation surnaturelle.
1957 09 29a 0007
Relation de la femme à Dieu
[7.–] La vérité plus méconnue des hommes d’aujourd’hui, au moins dans leurs attitudes courantes, et cependant la plus fondamentale pour vous, est la relation de la femme à Dieu. La femme vient de Dieu; elle lui doit son existence, les caractéristiques de son être, de sa tâche terrestre, et la destinée éternelle qui couronnera l’accomplissement fidèle de sa mission. Cette vérité, que déjà la raison fait connaître, acquiert dans la lumière de la foi sa pleine signification et une certitude absolue, qui vous prêtera appui indispensable, lorsque vous serez exposées au flux et reflux des idées, que le roman, le cinéma, le théâtre, diffusent sans cesse dans les masses et qui leur donnent de la femme une conception profondément viciée.
1957 09 29a 0009
[9.–] Quelle attitude adopte le monde moderne à l’égard de cette vérité fondamentale de l’origine divine de l’homme et de la femme? Vous le savez par l’expérience directe que vous avez de votre milieu et par les diverses enquêtes que les organisations féminines ont entreprises en différentes régions du monde sur la condition de la femme. L’idée de Dieu apparaît comme superflue dans un monde tombé aux mains de l’homme, au pouvoir de la science et de la technique, et d’où on a éliminé les croyances encombrantes et les superstitions. Cette atmosphère d’athéisme combatif ou latent menace plus gravement la femme que l’homme, tant dans sa vie personelle que dans son rôle social: car, Nous le soulignerons encore plus loin, par ses dispositions innées et la fonction à laquelle sa nature la destine, la femme est davantage en harmonie avec les réalités spirituelles; elle les perçoit plus consciemment, elle les interpète et les rend sensibles aux autres, en particulier à ceux dont elle a la charge comme épouse et comme mère. Sa dignité personnelle, le respect qu’on lui doit, sont motivés d’abord par la sauvegarde de cette mission spirituelle et donc, en dernière analyse, par sa proximité de Dieu. Le respect de la femme et la reconnaissance de son rôle véritable sont étroitement liés aux conceptions religieuses du groupe social, auquel elle appartient.
1957 09 29a 0010
[10.–] Vous voyez ainsi quel sera le premier objectif de votre apostolat au service de la vérité: restaurer dans toute son intégrité la foi en Dieu, parce que Dieu est la source de votre être et la fin dernière que vous poursuivez, et parce que le relèvement de la condition de la femme suppose comme première étape l’affermissement du principe qui l’assure.
1957 09 29a 0011
[11.–] Non seulement Dieu a donné à la femme d’exister, mais la personnalité féminine dans sa structure physique et psychique répond à un dessein particulier du Créateur. L’homme et la femme sont les images de Dieu et, selon leur mode propre, des personnes égales en dignité et possédant les mêmes droits, sans qu’on puisse soutenir en aucune manière que la femme soit inférieure. Elle est appelée en effet à collaborer avec l’homme à la propagation et au développement de la race humaine et assume en cela le rôle délicat et sublime de la maternité: celle-ci comporte des joies et des peines d’une intensité peu communes, parce qu’elle implique l’immense responsabilité de mettre l’enfant au monde, de veiller sa croissance, à son éducation première, de le suivre avec sollicitude pendant la période difficile de l’adolescence et de le préparer ainsi à ses responsabilités d’adulte. Aussi Dieu a-t-il dispensé à la femme des dons inestimables, qui lui permettent de transmettre non seulement la vie physique, mais aussi les dispositions les plus intimes de l’âme et les qualités d’ordre spirituel et moral, qui déterminent le caractère. Les études modernes de psychologie mettent assez en évidence la complexité et l’originalité de la nature féminine, pour qu’il ne soit pas nécessaire de Nous y attarder. Remarquons encore que ces mêmes qualités se déploient aussi avec bonheur dans tous les autres domaines de la vie sociale et culturelle; elles en constituent même un apport indispensable, et les civilisations qui les méconnaissent ou écartent leur influence, subissent inéluctablement des déformations plus ou moins graves, qui entravent leur épanouissement et les condamnent tôt ou tard á la stérilité et au déclin.
1957 09 29a 0012
[12.–] Si la femme exprime communément le don d’elle-même dans le mariage et par la maternité, elle peut aussi répondre aux intentions divines d’une manière plus directe et faire fructifier ses richesses spirituelles par la virginité consacrée qui, loin d’être un repliement sur soi ou un recul en face des tâches de l’existence, répond au désir d’un don plus total, plus pur, plus généreux. En pays chrétien, comme en terre de mission, la femme qui renonce au mariage pour s’adonner sans obstacles au soulagement des malades et des malheureux, à l’éducation des enfants, à l’amélioration du sort des familles, manifeste ainsi aux esprits non prévenus la présence et l’action divines. Elle s’acquitte par là de sa vocation propre avec la plus haute fidélité et le maximum d’efficacité.
1957 09 29a 0013
[13.–] Vous comprenez aisément, chères filles, les conséquences qui découlent pour votre apostolat des principes et des faits, que Nous venons de rappeler. En vous proposant de travailler de toutes vos forces au relèvement de la femme, à l’expansion de son influence dans la vie sociale, vous vous engagez aussi à ne développer ses dons que dans une perspective chrétienne, seule capable de leur conférer leur vraie et pleine valeur. Quel progrès merveilleux sur tous les continents, quelle élévation radicale du niveau social et culturel des peuples, si toutes les femmes prenaient conscience de l’emprise de Dieu sur leur personne et consacraient leur influence à le faire connaître et aimer!
1957 09 29a 0015
Appartenance de la femme au Christ
[15.–] L’appartenance de la femme au Christ prend dans le mariage un relief spécial, que l’Apôtre saint Paul a vigoureusement fait ressortir. Il écrit en effet aux Éphésiens: “Maris, aimez vos femmes, comme le Christ a aimé l’Église et s’est livré lui-même pour elle” (2). “Que les femmes soient soumises à leurs maris, comme au Seigneur... De même que l’Église est soumise au Christ, que les femmes le soient aussi en tout à leur mari” (3). En élevant à la dignité de sacrement le mariage des baptisés, le Christ conférait aux époux une dignité incomparable et assignait une fonction rédemptrice à leur union. Quand il affirme que les femmes doivent être soumises à leur mari comme l’Église au Christ, saint Paul établit entre les époux une différence bien nette, mais, par là même il illustre la force, qui les associe l’un à l’autre et maintient l’indissolubilité du lien qui les unit. Les États modernes et les peuples jeunes, qui, depuis la dernière guerre sont arrivés à l’indépendance ou y aspirent, tendent de plus en plus, dans leur législation et leurs moeurs, à mettre sur un pied d’égalité l’homme et la femme dans la famille, comme sur le plan social, politique, professionnel. Cette évolution présente des aspects légitimes, et d’autres qui le sont moins, surtout quand elle s’inspire de principes matérialistes; Nous ne voulons pas ici discuter cette question trop vaste, mais seulement vous rappeler que votre apostolat doit maintenir fermement la conception chrétienne de l’épouse et du rôle de la femme dans la famille: cette conception seule inspire, entre les conjoints, le vrai respect, l’estime mutuelle, le dévouement sans réserves, la fidelité totale et, par dessus tout, l’amour prêt à tous les sacrifices et à tous les pardons.
2. Eph. 5, 25.
3. Ibid. 5, 22-24.
1957 09 29a 0020
Dépendance de la femme envers l’Église
[20.–] Dès qu’elle s’engage dans une tâche apostolique, la femme catholique se trouve prise aussitôt dans un fourmillement d’idées, d’opinions, de tendances, de systèmes, qui la sollicitent de toute part; il importe donc qu’elle sache s’orienter avec facilité suivant les circonstances et, pour cela, qu’elle possède des normes sûres, lui permettant de se tracer une ligne de conduite, ainsi que la force morale indispensable pour y rester fidèle et pour déceler et redresser les erreurs éventuelles. Où trouvera-t-elle cette règle ferme de pensée et d’action, sinon au sein de la communauté chrétienne, dans l’Église catholique?
1957 09 29a 0022
[22.–] Dès lors dans sa conduite personnelle, comme dans son apostolat, la femme catholique doit se préoccuper de rester en contact étroit avec la source vive de lumière, que le Seigneur a mise en son Église: aussi longtemps qu’elle reste sous sa direction, qu’elle accepte son enseignement, et observe ses directives, elle jouit d’une sécurité infiniment précieuse, qui confère à toutes ses entreprises une autorité et une stabilité empruntées à celles de l’Église même
1957 09 29a 0038
[38.–] [...] Les causes les plus diverses comme l’industrialization, les bouleversements sociaux, l’élévation des niveaux de vie et de culture, la création de nouvelles branches de la technique y ont contribué et continuent encore à agir. Actuellement la femme trouve place dans presque toutes les professions et institutions culturelles, sociales, politiques, ainsi que dans les organismes internationaux. Comme les autres, la femme catholique participe à ce mouvement; elle ne pourrait ni d’ailleurs ne veut s’y soustraire; bien au contraire, elle doit assumer ses responsabilités dans tous les domaines et faire face aux exigences d’un apostolat effectif.
1957 09 29a 0039
[39.–] Dans chacun des secteurs où elle travaille, dans la famille comme épouse et mère, dans l’éducation, dans la vie sociale, dans les organismes législatifs, administratifs, judiciaires et dans les relations internationales, elle doit suivre des normes religieuses et morales particulières sur lesquelles l’Église, et les Papes tout spécialement, ont fourni des eclaircissements utiles. Lorsque les circonstances, n’étaient pas encore suffisamment définies, ils ont d’habitude tracé les limites à ne pas franchir.
1957 09 29a 0040
Exhortatión à l’apostolat
[40.–] Le Siège Apostolique ne tolère pas seulement votre action; il vous exhorte à l’apostolat, à vous dépenser pour réaliser le grand devoir missionnaire des chrétiens, afin de rassembler toutes les brebis égarées en un seul troupeau et sous un seul Pasteur (9). L’initiative individuelle y a sa fonction à côté d’une action d’ensemble organisée et menée par le moyen des diverses associations. Cette initiative de l’apostolat laïc se justifie parfaitement, même sans “mission” préalable explicite de la hiérarchie. La mère de famille qui s’occupe de la formation religieuse de ses enfants, la femme qui s’adonne aux services d’assistance charitable, celle qui montre une fidélité courageuse pour sauvegarder sa dignité ou le climat moral de son milieu, exercent un apostolat véritable.
[AAS 49 (1957), 908-912]
9. Io. 10, 16.