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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[0752] • PAULO VI, 1963-1978 • EL ABORTO, ATENTADO CONTRA LA PAZ

Del Mensaje Ecco ci ancora, para la Jornada de la Paz, 8 diciembre 1976

1976 12 08 0014

[14.–] Pero no es sólo la guerra la que mata la paz. Todo delito contra la vida es un atentado contra la paz, especialmente si hace mella en la conducta del pueblo, tal como está ocurriendo frecuentemente hoy, con horrible, y a veces legal, facilidad, con la supresión de la vida naciente, con el aborto. Se suelen invocar en favor del aborto las razones siguientes: el aborto mira a frenar el aumento molesto de la población, a eliminar seres condenados a la malformación, al deshonor social, a la miseria proletaria, etc.; da la impresión de beneficiar, más bien que perjudicar, a la paz. Pero no es así. La supresión de una vida naciente o ya dada a luz viola, ante todo, el principio moral sacrosanto, al que debe hacer siempre referencia la concepción de la existencia humana: la vida humana es sagrada desde el primer momento de su concepción y hasta el último instante de su supervivencia natural en el tiempo. Es sagrada. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que queda excluida de cualquier arbitrario poder supresivo, que es intocable, digna de todo respeto, de todo cuidado, de cualquier debido sacrificio. Para quien cree en Dios es espontáneo, es debido por ley religiosa trascendente; e incluso, para quien no tiene esta suerte de admitir la mano de Dios protectora y desagraviadora de todo ser humano, es, y debe ser, intuitivo, en virtud de la dignidad humana, este sentido de lo sacro, es decir, de lo intocable, de lo inviolable, propio de una existencia humana viva. Lo saben, lo sienten aquéllos que han tenido la desventura, la culpa implacable, el remordimiento siempre renaciente de haber suprimido voluntariamente una vida; la voz de la sangre inocente grita en el corazón de la persona homicida con desgarradora insistencia; la paz interior no es posible por vía de sofismas egoístas. Y si lo es, un atentado contra la paz, es decir, contra el sistema protector general del orden, de la humana y segura convivencia, en una palabra, contra la paz, ha sido perpetrado. Vida individual y paz general están siempre unidas por un inquebrantable parentesco. Si queremos que el orden social creciente se asiente sobre principios intocables, no lo ofendamos en el corazón de su esencial sistema: el respeto a la vida humana. También en este sentido, paz y vida son solidarias en la base del orden y de la civilización.

[E 36 (1976), 1775]