[1461] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA VOCACIÓN A LA CASTIDAD
Del Catecismo de la Iglesia Católica, Parte 3, Sección 2, Capítulo II, Artículo 6: El sexto mandamiento, 11 octubre 1992
1992 10 11f 2331
I. “Hombre y mujer los creo...”
2331. “Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen [...] Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión” (83).
“Dios creó el hombre a imagen suya; [...] hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27). “Creced y multiplicaos” (Gn 1, 28); “el día en que Dios creó al hombre, le hizo a imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó “Hombre” en el día de su creación” (Gn 5, 1-2).
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2332. La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.
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2333. Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.
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2334. “Creando al hombre ‘varón y mujer’, Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer” (84). “El hombre es una persona, y esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal” (85).
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2335. Cada uno de los sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador: “El hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24). De esta unión proceden todas las generaciones humanas (86).
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2336. Jesús vino a restaurar la creación en la pureza de sus orígenes. En el Sermón de la montaña interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: “Habéis oído que se dijo: ‘no cometerás adulterio’. Pues yo os digo: ‘Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón’” (Mt 5, 27-28). El hombre no debe separar lo que Dios ha unido (87).
La Tradición de la Iglesia ha entendido el sexto mandamiento como referido al conjunto de la sexualidad humana.
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II. La vocación a la castidad
2337. La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.
La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la integralidad del don.
1992 10 11f 2338
La integridad de la persona
2338. La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que le pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (88).
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2339. La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (89). “La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados” (90).
1992 10 11f 2340
2340. El que quiere permanecer fiel a las promesas de su Bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. “La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos” (91).
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2341. La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.
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2342. El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (92). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
1992 10 11f 2343
2343. La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado. “Pero, el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento” (93).
93ÃCIC canon 1055, ?1 [/ 1055].
1992 10 11f 2344
2344. La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural pues “el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados” (94). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.
94ÃCf. Gn 1, 26-27
1992 10 11f 2345
2345. La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual (95). El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (96).
1992 10 11f 2346
La totalidad del don de sí
2346. La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de donación de la persona. El dominio de sí está ordenado al don de sí mismo. La castidad conduce al que la practica a ser ante el prójimo un testigo de la fidelidad y de la ternura de Dios.
1992 10 11f 2347
2347. La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos (97), a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condición divina. La castidad es promesa de inmortalidad.
La castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo. Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad representa un gran bien para todos. Conduce a la comunión espiritual.
1992 10 11f 2348
Los diversos géneros de la castidad
2348. Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha “revestido de Cristo” (98), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.
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2349. La castidad “debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes” (99). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.
“Se nos enseña que hay tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. [...] En esto la disciplina de la Iglesia es rica” (100).
1992 10 11f 2350
2350. Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.
1992 10 11f 2351
Las ofensas a la castidad
2351. La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.
1992 10 11f 2352
2352. Por la masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. “Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”. “El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine”. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de “la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero” (101).
Para emitir un juicio justo sobre la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral.
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2353. La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.
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2354. La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.
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2355. La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (10)2. La prostitución constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta.
1992 10 11f 2356
2356. La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (cf. incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.
1992 10 11f 2357
Castidad y homosexualidad
2357. La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (10)3, la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (10)4. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
1992 10 11f 2358
2358. Un número apreciable de hombres y mujeres presenta tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
1992 10 11f 2359
2359. Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
1992 10 11f 2360
III. El amor de los esposos
2360. La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento.
1992 10 11f 2361
2361. “La sexualidad [...] mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte” (10)5:
“Tobías se levantó del lecho y dijo a [...] Sara: “Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve”. Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: “¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres [...] Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: ‘no es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él’. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad”. Y dijeron a coro: “Amén, amén”. Y se acostaron para pasar la noche” (Tb 8, 4-9).
1992 10 11f 2362
2362. “Los actos [...] con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud” (106). La sexualidad es fuente de alegría y de agrado:
“El Creador [...] estableció que en esta función (de generación) los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación” (10)7.
1992 10 11f 2363
2363. Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.
Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.
1992 10 11f 2364
La fidelidad conyugal
2364. El matrimonio constituye una “íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias”. Esta comunidad “se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable” (10)8. Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraí da libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (10)9. “Lo que Dios unió [...] no lo separe el hombre” (Mc 10, 9)110.
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2365. La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.
S. Juan Crisóstomo sugiere a los jóvenes esposos hacer este razonamiento a sus esposas: “Te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida. Porque la vida presente no es nada, te ruego, te pido y hago todo lo posible para que de tal manera vivamos la vida presente que allá en la otra podamos vivir juntos con plena seguridad [...] Pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más penoso que apartarme alguna vez de ti” (111).
1992 10 11f 2366
La fecundidad del matrimonio
2366. La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento. Por eso la Iglesia, que “está en favor de la vida” (11)2, enseña que todo “acto matrimonial en sí mismo debe quedar abierto a la transmisión de la vida” (11)3. “Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido, y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador” (11)4.
1992 10 11f 2367
2367. Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios. (11)5 “En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana” (11)6.
1992 10 11f 2368
2368. Un aspecto particular de esta responsabilidad se refiere a la regulación de la procreación. Por razones justificadas (11)7, los esposos pueden querer espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse de que su deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte, ordenarán su comportamiento según los criterios objetivos de la moralidad:
“El carácter moral de la conducta [...], cuando se trata de conciliar el amor conyugal con la transmisión responsable de la vida, no depende sólo de la sincera intención y la apreciación de los motivos, sino que debe determinarse a partir de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que conserven íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación humana en el contexto del amor verdadero; esto es imposible si no se cultiva con sinceridad la virtud de la castidad conyugal” (11)8.
1992 10 11f 2369
2369. “Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad” (11)9.
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2370. La continencia periódica, los métodos de regulación de nacimientos fundados en la autoobservación y el recurso a los períodos infecundos (120) son conformes a los criterios objetivos de la moralidad. Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica. Por el contrario, es intrínsecamente mala “toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación” (121):
“Al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal. [...] Esta diferencia antropológica y moral entre la anticoncepción y el recurso a los ritmos periódicos implica [...] dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí” (122).
1992 10 11f 2371
2371. Por otra parte, “sea claro a todos que la vida de los hombres y la tarea de transmitirla no se limita a este mundo sólo y no se puede medir ni entender sólo por él, sino que mira siempre al destino eterno de los hombres” (123).
1992 10 11f 2372
2372. El Estado es responsable del bienestar de los ciudadanos. Por eso es legítimo que intervenga para orientar el incremento de la población. Puede hacerlo mediante una información objetiva y respetuosa, pero no mediante una decisión autoritaria y coaccionante. No puede legítimamente suplantar la iniciativa de los esposos, primeros responsables de la procreación y educación de sus hijos (124). El Estado no está autorizado a favorecer medios de regulación demográfica contrarios a la moral.
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El don del hijo
2373. La sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas como un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres (125).
1992 10 11f 2374
2374. Grande es el sufrimiento de los esposos que se descubren estériles. Abraham pregunta a Dios: “¿Qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?” (Gn 15, 2). Y Raquel dice a su marido Jacob: “Dame hijos, o si no me muero” (Gn 30, 1).
1992 10 11f 2375
2375. Las investigaciones que intentan reducir la esterilidad humana deben alentarse, a condición de que se pongan “al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, según el plan y la voluntad de Dios” (126).
1992 10 11f 2376
2376. Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas. Estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales heterólogas) lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio. Quebrantan “su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro” (127).
1992 10 11f 2377
2377. Practicadas dentro de la pareja, estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales homólogas) son quizá menos perjudiciales, pero no dejan de ser moralmente reprobables. Disocian el acto sexual del acto procreador. El acto fundador de la existencia del hijo ya no es un acto por el que dos personas se dan una a otra, sino que “confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de dominio es en sí contraria a la dignidad e igualdad que debe ser común a padres e hijos” (128). “La procreación queda privada de su perfección propia, desde el punto de vista moral, cuando no es querida como el fruto del acto conyugal, es decir, del gesto específico de la unión de los esposos [...] solamente el respeto de la conexión existente entre los significados del acto conyugal y el respeto de la unidad del ser humano, consiente una procreación conforme con la dignidad de la persona” (129).
1992 10 11f 2378
2378. El hijo no es un derecho sino un don. El “don [...] más excelente del matrimonio” es una persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido “derecho al hijo”. A este respecto, sólo el hijo posee verdaderos derechos: el de “ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción” (130).
1992 10 11f 2379
2379. El Evangelio enseña que la esterilidad física no es un mal absoluto. Los esposos que, tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, sufren por la esterilidad, deben asociarse a la Cruz del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual. Pueden manifestar su generosidad adoptando hijos abandonados o realizando servicios abnegados en beneficio del prójimo.
1992 10 11f 2380
IV. Las ofensas a la dignidad del matrimonio
2380. El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (131). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento proscriben absolutamente el adulterio (132). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la figura del pecado de idolatría (133).
1992 10 11f 2381
2381. El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres.
1992 10 11f 2382
El divorcio
2382. El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble (134), y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua (135).
Entre bautizados, “el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte” (136).
1992 10 11f 2383
2383. La separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial puede ser legítima en ciertos casos previstos por el Derecho canónico (137).
Si el divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta moral.
1992 10 11f 2384
2384. El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y permanente:
“No es lícito al varón, una vez separado de su esposa, tomar otra; ni a una mujer repudiada por su marido, ser tomada por otro como esposa” (138).
1992 10 11f 2385
2385. El divorcio adquiere también su carácter inmoral a causa del desorden que introduce en la célula familiar y en la sociedad. Este desorden entraña daños graves: para el cónyuge, que se ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separación de los padres, y a menudo viviendo en tensión a causa de sus padres; por su efecto de contagio, que hace de él una verdadera plaga social.
1992 10 11f 2386
2386. Puede ocurrir que uno de los cónyuges sea la víctima inocente del divorcio dictado en conformidad con la ley civil; entonces no contradice el precepto moral. Existe una diferencia considerable entre el cónyuge que se ha esforzado con sinceridad por ser fiel al sacramento del matrimonio y se ve injustamente abandonado y el que, por una falta grave de su parte, destruye un matrimonio canónicamente válido (139).
1992 10 11f 2387
Otras ofensas a la dignidad del matrimonio
2387. Es comprensible el drama del que, deseoso de convertirse al Evangelio, se ve obligado a repudiar una o varias mujeres con las que ha compartido años de vida conyugal. Sin embargo, la poligamia no se ajusta a la ley moral, pues contradice radicalmente la comunión conyugal. La poligamia “niega directamente el designio de Dios, tal como es revelado desde los orígenes, porque es contraria a la igual dignidad personal del hombre y de la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por lo mismo único y exclusivo” (140). El cristiano que había sido polígamo está gravemente obligado en justicia a cumplir los deberes contraídos respecto a sus antiguas mujeres y sus hijos.
1992 10 11f 2388
2388. Incesto es la relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio (141). San Pablo condena esta falta particularmente grave: “Se oye hablar de que hay inmoralidad entre vosotros [...] hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre [...] En nombre del Señor Jesús [...] sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne...” (1 Co 5, 1. 4-5). El incesto corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad.
1992 10 11f 2389
2389. Se puede equiparar al incesto los abusos sexuales perpetrados por adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda. Entonces esta falta adquiere una mayor gravedad por atentar escandalosamente contra la integridad física y moral de los jóvenes que quedarán así marcados para toda la vida, y por ser una violación de la responsabilidad educativa.
1992 10 11f 2390
2390. Hay unión libre cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma jurídica y pública a una unión que implica la intimidad sexual.
La expresión en sí misma es engañosa: ¿qué puede significar una unión en la que las personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en sí mismo, o en el porvenir?
Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo (142). Todas estas situaciones ofenden la dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan el sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de éste constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental.
1992 10 11f 2391
2391. No pocos postulan hoy una especie de “unión a prueba” cuando existe intención de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, éstas “no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones” (143). La unión carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la “prueba”. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí (144).
[Asociación de Editores del Catecismo – Librería Editrice Vaticana, 619-634]
1992 10 11f 2331
I. “Masculum et feminam creavit eos...”
2331. “Deus est amor in Seque vivit Ipse ex mysterio personalis amoris communionis. Ad Suam imaginem creans [...] humanam naturam viri et mulieris, Deus indidit ei vocationem ac propterea potestatem et officium, cum conscientia coniunctum, amoris atque communionis” (217).
“Et creavit Deus hominem ad imaginem Suam; [...] masculum et feminam creavit eos” (Gn 1, 27); “Crescite et multiplicamini” (Gn 1, 28); “In die qua creavit Deus hominem, ad similitudinem Dei fecit illum. Masculum et feminam creavit eos et benedixit illis; et vocavit nomen eorum Adam in die, quo creati sunt” (Gn 5, 1-2).
1992 10 11f 2332
2332. Sexualitas omnes personae humanae afficit rationes, in unitate corporis eius eiusque animae. Speciatim ad vim affectivam spectat, ad capacitatem amandi et procreandi et, generaliore modo, ad aptitudinem vincula communionis cum alio nectendi.
1992 10 11f 2333
2333. Ad unumquemque, virum et mulierem, pertinet suam sexualem identitatem agnoscere et accipere. Differentia et complementaritas physicae, morales et spirituales ad bona matrimonii ordinantur et ad vitae familiaris progressum. Utriusque coniugis et societatis harmonia partim dependet e modo quo complementaritas inter sexus, necessitas mutua et mutuum adiutorium deducuntur in vitam.
1992 10 11f 2334
2334. “Deus, homines creans ‘masculum et feminam’, pari donavit personali dignitate virum et mulierem” (218). “Homo persona est, pariter vir et mulier: ambo namque ad imaginem et similitudinem Dei personalis creati sunt” (219).
1992 10 11f 2335
2335. Uterque sexus, pari dignitate, licet modo diverso, imago est potentiae et teneritatis Dei. Viri et mulieris unio in matrimonio quidam est modus, in carne, imitandi generositatem et fecunditatem Creatoris: “Relinquet vir patrem suum et matrem et adhaerebit uxori suae; et erunt in carnem unam” (Gn 2, 24). Ab hac unione omnes humanae generationes procedunt (220).
1992 10 11f 2336
2336. Iesus venit ut creationem in puritate eius originis restauraret. In sermone montano, propositum Dei modo interpretatur rigoroso: “Audistis quia dictum est: ‘Non moechaberis’. Ego autem dico vobis: Omnis, qui viderit mulierem ad concupiscendum eam, iam moechatus est eam in corde suo” (Mt 5, 27-28). Homo non debet separare quod Deus coniunxit (221).
Ecclesiae Traditio sextum intellexit praeceptum sicut sexualitatis humanae comprehendens complexum.
1992 10 11f 2337
II. Vocatio ad castitatem
2337. Castitas integrationem sexualitatis in persona significat obtentam atque ideo interiorem hominis unitatem in eius corporali et spirituali realitate. Sexualitas, in qua exprimitur hominem ad mundum corporalem et biologicum pertinere, personalis et vere humana fit, cum in relatione inseritur personae ad personam, in dono mutuo integro et temporaliter illimitato viri et mulieris.
Castitatis igitur virtus integritatem implicat personae et totalitatem doni.
1992 10 11f 2338
Personae integritas
2338. Persona casta integritatem servat virium vitae et amoris, quae in ea sunt positae. Haec integritas unitatem personae praestat, ea omni procedendi opponitur modo qui illam vulneraret. Nec duplicem vitam nec duplicem tolerat sermonem (222).
1992 10 11f 2339
2339. Castitas implicat dominii sui tirocinium, quod libertatis humanae est paedagogia. Optio est clara: homo aut suas regit passiones et pacem obtinet, aut se in servitutem redigi permittit per eas et miser fit (223). “Dignitas igitur hominis requirit ut secundum consciam et liberam electionem agat, personaliter scilicet ab intra motus et inductus, et non sub caeco impulsu interno vel sub mera externa coactione. Talem vero dignitatem obtinet homo cum, sese ab omni passionum captivitate liberans, finem suum in boni libera electione persequitur et apta subsidia efficaciter ac sollerti industria sibi procurat” (224).
1992 10 11f 2340
2340. Qui sui Baptismi promissionibus fidelis vult permanere et tentationibus resistere, incumbet ut ad id adhibeat media: sui cognitionem, exercitium ascesis aptatae condicionibus in quibus versatur, oboedientiam praeceptis divinis, virtutum moralium operationem et fidelitatem orationi. “Per continentiam quippe colligimur et redigimur in unum, a quo in multa defluximus” (225).
1992 10 11f 2341
2341. Virtus castitatis dependet ex virtute cardinali temperantiae, quae sensibilitatis humanae passiones et appetitus intendit ratione imbuere.
1992 10 11f 2342
2342. Dominium sui est longae constantiae opus. Numquam considerandum est tamquam in perpetuum iam adquisitum. Nisum implicat in omnibus vitae aetatibus iterum atque iterum suscipiendum (226). Requisitus nisus quibusdam temporibus potest esse intensior, ut cum personalitas formatur, in pueritia et adulescentia.
1992 10 11f 2343
2343. Castitas cognoscit incrementi leges, quae per gradus procedunt imperfectione signatos et nimis frequenter peccato. Homo castus et virtutis studiosus “de die in diem quasi exstruitur pluribus cum suis optionibus: ergo cognoscit, diligit, perficit morale bonum secundum incrementi eius gradus” (227).
1992 10 11f 2344
2344. Castitas laborem constituit quam maxime personalem, ea nisum culturalem etiam implicat, quia revera “apparet humanae personae profectum et ipsius societatis incrementum ab invicem pendere” (228). Castitas observantiam praesupponit iurium personae, praesertim iuris ad informationem et educationem recipiendas, quae morales et spirituales vitae humanae observent rationes.
1992 10 11f 2345
2345. Castitas virtus moralis est. Est etiam donum Dei, gratia, fructus operis spiritualis (229). Spiritus Sanctus puritatem Christi ei concedit imitari (230) quem Baptismi regeneravit aqua.
230ÃCIC canon 1055, ? 1 [1983 01 25/ 1055].
1992 10 11f 2346
Totalitas doni sui ipsius
2346. Caritas est omnium virtutum forma. Sub eius influxu, castitas tamquam schola apparet doni personae. Dominium sui ad sui ordinatur donum. Castitas ducit eum, qui eam exercitat, ut coram proximo testis fiat fidelitatis et teneritatis Dei.
1992 10 11f 2347
2347. Castitatis virtus in amicitia expanditur. Discipulo indicat quomodo sequatur et imitetur Illum qui nos tamquam Suos proprios elegit amicos (231), Se nobis totaliter donavit nosque participes effecit Suae divinae condicionis. Castitas immortalitatis est promissio.
Castitas praesertim in amicitia erga proximum exprimitur. Amicitia, inter personas eiusdem sexus vel diversorum sexuum exculta, magnum pro omnibus bonum constituit. Ad spiritualem perducit communionem.
1992 10 11f 2348
Diversa castitatis genera
2348. Omnis baptizatus ad castitatem vocatur. Christianus Chri stum induit (232), omnis castitatis exemplar. Omnes christifideles vocantur ut vitam castam ducant secundum suum peculiarem vitae statum. Chris tianus, in sui Baptismi momento, se obligavit ad suam affectivam vim in castitate regendam.
1992 10 11f 2349
2349. Castitate “pro variis vitae suae statibus homines ornari debent: alteri virginitatem aut coelibatum Deo sacrum profitentes, qua quidem eminenti ratione ipsi facilius uni Deo vacare indiviso corde possunt; alteri vero vitam agentes ea forma, quae omnibus lege morali statuitur, prout matrimonio iunguntur aut sunt caelibes” (233). Personae matrimonio coniunctae vocantur ut in castitate coniugali vivant; ceterae castitatem colunt in continentia:
“Docemur itaque triplicem castitatis esse virtutem: unam coniugalem, aliam viduitatis, tertiam virginitatis; non enim sic aliam prae dicamus, ut excludamus alias. [...] In hoc Ecclesiae est opulens disciplina” (234).
1992 10 11f 2350
2350. Sponsi vocantur ut castitatem colant in continentia. In hac subiectione ad probationem videbunt detegi mutuam observantiam, tirocinium fidelitatis et spei se a Deo mutuo recipiendi. Ad matrimonii tempus servabunt manifestationes teneritudinis, quae amoris coniugalis sunt specificae. Se mutuo adiuvabunt ut in castitate crescant.
1992 10 11f 2351
Contra castitatem offensae
2351. Luxuria est inordinata cupiditas vel intemperans delectatio voluptatis venereae. Voluptas sexualis moraliter est inordinata, cum per se ipsam quaeritur, a procreationis et unionis dissociata finibus.
1992 10 11f 2352
2352. Masturbationis nomine intelligere oportet voluntariam organorum genitalium excitationem, ad obtinendam ex ea veneream voluptatem. “Revera tum Ecclesiae Magisterium –per decursum constantis traditionis– tum moralis christifidelium sensus sine dubitatione firmiter tenent masturbationem esse actum intrinsece graviterque inordinatum”. “Quaecumque est ipsa agendi causa, deliberatus usus facultatis sexualis extra rectum coniugale commercium essentialiter eius fini contradicit”. Delectatio sexualis tunc quaeritur extra relationem sexualem, “quae ordine morali postulatur, quae nempe ad effectum deducit integrum sensum mutuae donationis ac humanae procreationis in contextu veri amoris” (235).
Ad aequum iudicium de responsabilitate morali subiectorum efformandum et ad pastoralem actionem recte ducendam, perpendentur immaturitas affectiva, vis habituum contractorum, angustiae status vel alia elementa psychica vel socialia, quae possunt moralem minuere, fortasse etiam ad minimum reducere, culpabilitatem.
1992 10 11f 2353
2353. Fornicatio unio est carnalis extra matrimonium inter virum et mulierem liberos. Ea est personarum dignitati graviter contraria atque sexualitati humanae ad bonum coniugum et ad filiorum generationem et educationem naturaliter ordinatae. Est praeterea grave scandalum, cum iuvenum habetur corruptio.
1992 10 11f 2354
2354. Pornographia consistit in actibus sexualibus, realibus vel simulatis, ab agentium intimitate substrahendis, ad eosdem deliberate aliis personis exhibendos. Castitatem offendit quia actum coniugalem, intimum coniugum mutuum donum, pervertit. Graviter dignitatem attentat eorum qui se ei tradunt (actores, negotiatores, spectatores), siquidem alius pro alio obiectum efficitur vulgaris voluptatis et illiciti lucri. Alios et alios in illusionem submergit mundi fictitii. Culpa gravis est. Auctoritates civiles debent productionem et distributionem prohibere rerum pornographicarum.
1992 10 11f 2355
2355. Prostitutio attentat personae, quae prostituitur, dignitatem, redactam ad voluptatem veneream, quae ab illa obtinetur. Qui pecunia retribuit, graviter contra se ipsum peccat: castitatem frangit, ad quam eius Baptismus obligat, et corpus inquinat suum, Spiritus Sancti templum (236). Prostitutio sociale constituit flagellum. Generatim mulieres afficit, sed etiam viros, pueros vel adulescentes (in his duobus ultimis casibus, peccatum scandalo duplicatur). Etsi semper graviter peccato obnoxium sit se tradere prostitutioni, miseria, minaciae et socialis sollicitatio imputabilitatem culpae attenuare possunt.
1992 10 11f 2356
2356. Stuprum ingressum indicat per vim, cum violentia, in sexualem alicuius personae intimitatem. Iustitiam attentat et caritatem. Stuprum profunde uniuscuiusque violat ius ad observantiam, ad libertatem, ad physicam et moralem integritatem. Damnum causat grave, quod victimam per totam eius vitam potest signare. Actus est semper intrinsece malus. Adhuc gravius est stuprum a propinquis commissum (cf. incestus) vel ab educatoribus erga pueros ipsis concreditos.
1992 10 11f 2357
Castitas et homosexualitas
2357. Homosexualitas relationes designat inter viros vel mulieres qui sexualem experiuntur allectationem exclusive vel praevalenter erga eiusdem sexus personas. Per saecula et culturas, formas induit valde diversas. Eius psychica origo manet magna ex parte non explicata. Traditio, sacra nitens Scriptura, quae eos tamquam graves depravationes praesentat (237), semper declaravit “actus homosexualitatis suapte intrinseca natura esse inordinatos” (238). Legi naturali sunt contrarii. Actum sexualem dono praecludunt vitae. E vera complementaritate affectiva et sexuali non procedunt. Nullo in casu possent accipere approbationem.
1992 10 11f 2358
2358. Virorum et mulierum numerus non exiguus tendentias homosexuales praesentat profunde radicatas. Haec propensio, obiective inordinata, pro maiore eorum parte constituit probationem. Excipiendi sunt observantia, compassione et suavitate. Relate ad eos vitandum est quodlibet iniustae discriminationis signum. Hae personae vocantur ad voluntatem Dei in sua vita efficiendam, et, si ipsae christianae sunt, ad coniungendas cum Sacrificio crucis Domini difficultates quas in facto suae condicionis possunt invenire.
1992 10 11f 2359
2359. Personae homosexuales ad castitatem vocantur. Ipsae, dominii virtutibus quae libertatem educant interiorem, quandoque amicitiae gratuitae auxilio, oratione et gratia sacramentali, possunt et debent ad perfectionem christianam gradatim et obfirmate appropinquare.
1992 10 11f 2360
III. Coniugum amor
2360. Sexualitas ad coniugalem ordinatur amorem viri et mulieris. In matrimonio, corporalis coniugum intimitas signum et pignus fit spiritualis communionis. Inter baptizatos, matrimonii vincula sacramento sanctificantur.
1992 10 11f 2361
2361. “Sexualitas [...], per quam vir ac femina se dedunt vicissim actibus coniugum propriis sibi ac peculiaribus, minime quiddam est dumtaxat biologicum, sed tangit personae humanae ut talis veluti nucleum intimum. Sexualitas modo vere humano expletur tantummodo, si est pars complens amoris, quo vir et femina sese totos mutuo usque ad mortem obstringunt” (239):
“Exsurrexit Thobias de lecto et dixit [...] [Sarae]: ‘Surge, soror! Oremus et deprecemur Dominum nostrum, ut faciat super nos misericordiam et sanitatem’. Et surrexit, et coeperunt orare et deprecari Dominum, ut daretur illis sanitas. Et coeperunt dicere: ‘Benedictus es, Deus patrum nostrorum [...]. Tu fecisti Adam et dedisti illi adiutorium firmum Evam, et ex ambobus factum est semen hominum. Et dixisti non esse bonum hominem solum: Faciamus ei adiutorium simile sibi. Et nunc non luxuriae causa accipio hanc sororem meam, sed in veritate. Praecipe, ut miserearis mei et illius, et consenescamus pariter sani’. Et dixerunt: ‘Amen, amen!’. Et dormierunt per noctem” (Tb 8, 4-9).
239ÃCf. Gn 2, 7.22.
1992 10 11f 2362
2362. “Actus [...], quibus coniuges intime et caste inter se uniuntur, honesti ac digni sunt et, modo vere humano exerciti, donationem mutuam significant et fovent, qua sese invicem laeto gratoque animo locupletant” (240). Sexualitas fons est gaudii et delectationis:
“Idem Creator [...] etiam disposuit coniuges, pro hoc munere [generationis], in corpore et in spiritu delectationem invenire et felicitatem. Coniuges igitur, hanc delectationem quaerentes istaque fruentes, nihil operantur mali. Ipsi id accipiunt quod Creator eis destinavit. Tamen etiam coniuges scire debent, se intra limites iustae moderationis tenere” (241).
1992 10 11f 2363
2363. Coniugum unione, duplex matrimonii finis ducitur in rem: ipsorum coniugum bonum et vitae transmissio. Hae duae significationes seu valores matrimonii separari non possunt, quin vita spiritualis coniugum alteretur et matrimonii bona atque familiae futurum in discrimen adducantur.
Sic amor coniugalis viri et mulieris sub duplici exigentia fidelitatis et fecunditatis est positus.
1992 10 11f 2364
Coniugalis fidelitas
2364. Ab utroque coniugum constituitur “intima communitas vitae et amoris coniugalis, [quae] a Creatore condita suisque legibus instructa, foedere coniugii seu irrevocabili consensu personali instauratur” (242). Uterque, alter alteri, se donat definitive et totaliter. Amplius duo non sunt, sed unam iam constituunt carnem. Foedus libere a coniugibus contractum eis imponit obligationem illud unum et indissolubile conservandi (243). “Quod [...] Deus coniunxit, homo non separet” (Mc 10, 9)244.
1992 10 11f 2365
2365. Fidelitas constantiam exprimit in verbo dato servando. Deus fidelis est. Matrimonii sacramentum virum et mulierem introducit in fidelitatem Christi erga Eius Ecclesiam. Castitate coniugali coram mundo testimonium praebent huius mysterii.
Sanctus Ioannes Chrysostomus iuvenibus uxoratis suggerit ut suis uxoribus hos proferant sermones: “Te sum amplexus et te diligo, et meae etiam animae praefero. Nihil est enim vita praesens, oroque et hortor et omnia facio, ut nos ita digni habeamur qui prae sentem agamus vitam, ut illic etiam possimus in futuro saeculo cum magna securitate simul versari. [...] Ego dilectionem tuam praefero omnibus; neque est quidquam mihi aeque molestum quam a te umquam dissidere” (245).
1992 10 11f 2366
Matrimonii fecunditas
2366. Fecunditas quoddam est donum, quidam matrimonii finis, quia amor coniugalis naturaliter ad id tendit ut fecundus sit. Filius mutuo coniugum amori extrinsece addendus non accedit; surgit in ipso corde huius mutui doni, cuius ipse fructus est et adimpletio. Sic Ecclesia, quae “a vitae parte consistit” (246), docet “necessarium esse, ut quilibet matrimonii usus ad vitam humanam procreandam per se destinatus permaneat” (247). “Huiusmodi doctrina, quae ab Ecclesiae Magi sterio saepe exposita est, in nexu indissolubili nititur, a Deo statuto, quem homini sua sponte infringere non licet, inter significationem unitatis et significationem procreationis, quae ambae in actu coniugali insunt” (248).
1992 10 11f 2367
2367. Coniuges, ad vitam dandam vocati, potentiam creatricem et paternitatem participant Dei (249). “In officio humanam vitam transmittendi atque educandi, quod tamquam propria eorum missio considerandum est, coniuges sciunt se cooperatores esse amoris Dei Eiusque veluti interpretes. Ideo humana et christiana responsabilitate suum munus adimplebunt” (250).
1992 10 11f 2368
2368. Peculiaris huius responsabilitatis ratio ad procreationem regulandam refertur. Coniuges, iustis de causis (251), possunt suorum filiorum procreationes intervallis separare velle. Ad eos pertinet comprobare eorum optatum ex caeco sui amore (ex “egoismo”) non promanare, sed illud iustae generositati paternitatis responsabilis esse conformem. Praeterea suum agendi modum secundum criteria moralitatis regulabunt obiectiva:
“Moralis [...] indoles rationis agendi, ubi de componendo amore coniugali cum responsabili vitae transmissione agitur, non a sola sincera intentione et aestimatione motivorum pendet, sed obiectivis criteriis, ex personae eiusdemque actuum natura desumptis, determinari debet, quae integrum sensum mutuae donationis ac humanae procreationis in contextu veri amoris observant; quod fieri nequit nisi virtus castitatis coniugalis sincero animo colatur” (252).
1992 10 11f 2369
2369. “Quodsi utraque eiusmodi essentialis ratio, unitatis videlicet et procreationis, servatur, usus matrimonii sensum mutui verique amoris suumque ordinem ad celsissimum paternitatis munus omnino retinet” (253).
1992 10 11f 2370
2370. Continentia periodica, methodi ad procreationem regulandam fundatae super auto-observationem et recursum ad periodos infecundas (254), sunt criteriis obiectivis moralitatis conformes. Hae methodi corpus verentur coniugum, teneritudinem promovent inter eos et educationi favent authenticae libertatis. E contra, est intrinsece malus quivis “actus qui, cum coniugale commercium vel praevidetur vel efficitur vel ad suos naturales exitus ducit, id tamquam finem obtinendum aut viam adhibendam intendat, ut procreatio impediatur” (255):
“Naturali verbo, quod reciprocam plenamque coniugum donationem declarat, conceptuum impeditio verbum opponit obiectivae contradictionis, videlicet nullius plenae sui donationis alteri factae: hinc procedit non sola recusatio certa ac definita mentis ad vitam apertae, verum simulatio etiam interioris veritatis ipsius amoris coniugalis, qui secundum totam personam dirigitur ad sese donandum. [...] Discrimen anthropologicum simulque morale, quod inter conceptuum impeditionem et observationem intervallorum temporis intercedit [...], implicat duas personae ac sexualitatis species, quae inter se nequeunt conciliari” (256).
1992 10 11f 2371
2371. “Omnibus vero compertum sit vitam hominum et munus eam transmittendi non ad hoc saeculum tantum restringi neque eo tantum commensurari et intelligi posse, sed ad aeternam hominum destinationem semper respicere” (257).
1992 10 11f 2372
2372. Status responsabilis est prosperitatis civium. Hoc titulo, legitimum est eum intervenire ad incolarum incrementum ordinandum. Id obiectiva et observanti informatione facere potest, sed nequaquam via imperiosa et constringenti. Legitime non potest se substituere pro incepto coniugum, qui primi sunt responsabiles procreationis et educationis suorum filiorum (258). In hoc dominio, auctoritate caret ut mediis interveniat quae legi morali sunt contraria.
1992 10 11f 2373
Donum filii
2373. Sacra Scriptura et traditionalis praxis Ecclesiae in familiis numerosis signum vident benedictionis divinae et generositatis parentum (259).
1992 10 11f 2374
2374. Magnus est dolor matrimonio coniunctorum qui se steriles detegunt. “Quid dabis mihi?”, quaerit Abram a Deo. “Ego vadam absque liberis...” (Gn 15, 2). “Da mihi liberos, alioquin moriar”, clamat Rachel ad suum maritum Iacob (Gn 30, 1).
1992 10 11f 2375
2375. Investigationes quae humanam minuere intendunt sterilitatem, fovendae sunt, si deserviant “personae humanae, eius iuribus inalienabilibus eiusque vero atque integro bono, secundum Dei consilium ac voluntatem” (260).
1992 10 11f 2376
2376. Technicae artes, quae parentum provocant dissociationem per interventum personae a matrimonio alienae (spermatis vel ovocyti donum, uteri commodatum) graviter sunt inhonestae. Hae technicae artes (inseminatio vel fecundatio artificiales heterologae) filii laedunt ius nascendi e patre et matre ab ipso cognitis et inter se matrimonio coniunctis. Ius produnt “ad hoc ut alter pater aut mater fiat solummodo per alterum” (261).
1992 10 11f 2377
2377. Hae technicae artes intra matrimonium exercitae (inseminatio et fecundatio artificiales homologae) fortasse minus sunt damnosae, sed moraliter manent inacceptabiles. Actum sexualem ab actu dissociant procreativo. Actus, filii fundans exsistentiam, iam non est actus quo duae personae se mutuo donant, ipse “vitam identitatemque embryonum humanorum in potestatem redegit medicorum atque biologorum, sicque rei technicae dominatum quemdam in personae humanae originem et sortem instaurat. Huiusmodi dominatus suapte natura contradicit dignitati et aequalitati, quae parentibus et filiis communes esse debent” (262). “Eadem vero procreatio tunc debita sua perfectione destituitur sub aspectu morali, cum animo non intenditur ut fructus coniugalis actus seu illius gestus qui est proprius unionis coniugum. [...] Praeterea solummodo observantia erga vinculum quod inter significationes actus coniugalis intercedit, et observantia erga viventis humani unitatem id efficiunt, ut procreatio habeatur, quae congruat cum humanae personae dignitate” (263).
1992 10 11f 2378
2378. Filius non est quid debitum, sed donum. “Donum [...] prae stantissimum [...] matrimonii” est persona humana. Filius nequit considerari quasi proprietatis obiectum, ad quod induceret agnoscere ambitum “ius ad filium”. In hoc campo, solummodo filius vera possidet iura: illud “ad exsistendum tamquam fructus proveniens ex actu coniugalis amoris proprio suorum parentum, idemque ius habet ad observantiam sibi tamquam personae tribuendam inde a momento conceptionis” (264).
1992 10 11f 2379
2379. Evangelium ostendit physicam sterilitatem malum absolutum non esse. Coniuges, qui, exhaustis legitimis ad medicinam recursibus, infecunditatem patiuntur, se Domini sociabunt cruci, quae omnis fecunditatis spiritualis est fons. Suam significare possunt generositatem, filios relictos adoptando et aspera pro aliis adimplendo servitia.
1992 10 11f 2380
IV. Offensae contra matrimonii dignitatem
2380. Adulterium. Hoc verbum infidelitatem designat coniugalem. Cum duo, quorum saltem alter est matrimonio coniunctus, relationem sexualem, etiam fugacem, nectunt inter se, adulterium committunt. Christus adulterium damnat, etiam illud simplicis optati (265). Sextum praeceptum et Novum Testamentum absolute adulterium proscribunt (266). Prophetae eius denuntiant gravitatem. In adulterio perspiciunt figuram peccati idololatriae (267).
1992 10 11f 2381
2381. Adulterium quaedam est iniustitia. Qui illud committit, a suis deficit obligationibus. Foederis frangit signum quod vinculum est matrimoniale, alterius coniugis laedit ius et matrimonii attentat institutionem, contractum violans qui illam fundat. Bonum generationis humanae adducit in discrimen atque filiorum qui unione parentum egent stabili.
1992 10 11f 2382
Divortium
2382. Dominus Iesus originali institit intentioni Creatoris qui matrimonium volebat indissolubile (268). Abrogat tolerantias quae in Legem veterem irrepserant (269).
Inter baptizatos, “Matrimonium ratum et consummatum nulla humana potestate nullaque causa, praeterquam morte, dissolvi potest” (270).
1992 10 11f 2383
2383. Coniugum separatio, vinculo matrimoniali permanente, quibusdam in casibus iure canonico praevisis, potest esse legitima (271).
Si divortium civile unus restat modus ad quaedam iura legitima praestanda, filiorum curam vel patrimonii defensionem, potest tolerari quin culpam constituat moralem.
1992 10 11f 2384
2384. Divortium gravis est contra legem naturalem offensa. Contractum simul usque ad mortem vivendi, libere a coniugibus initum, frangere conatur. Divortium iniuriam infert salutis Foederi, cuius sacramentale Matrimonium est signum. Novam contrahere unionem, etiamsi haec a lege civili agnoscatur, rupturae addit gravitatem: coniux iterum matrimonio iunctus tunc in statu versatur publici et permanentis adulterii:
“Non licet viro, uxore dimissa, aliam ducere: neque fas est repudiatam a marito, ab alio duci uxorem” (272).
1992 10 11f 2385
2385. Divortium suam indolem pravam etiam habet ex inordinatione quam in familiarem cellulam introducit et in societatem. Haec inordinatio damna gravia secum fert: pro coniuge, qui se derelictum invenit; pro filiis, parentum separatione profunde vulneratis, et saepe subiectis contentione inter eosdem; propter suum contagionis effectum, qui ex eo veram plagam efficit socialem.
1992 10 11f 2386
2386. Fieri potest ut alter ex coniugibus victima sit innocens divortii lege civili declarati; hic tunc praeceptum morale non infringit. Notabilis est differentia inter coniugem qui cum sinceritate nisus est ut Matrimonii sacramento esset fidelis et se iniuste videt derelictum, et illum qui, gravi culpa e parte sua, canonice validum destruit Matrimonium (273).
1992 10 11f 2387
Aliae contra dignitatem matrimonii offensae
2387. Tragoedia intelligitur illius qui, ad Evangelium volens converti, se perspicit obligatum ad unam vel plures repudiandas mulieres, cum quibus vitae coniugalis particeps fuit per annos. Attamen polygamia cum lege morali non concordat. Coniugali “communioni funditus polygamia adversatur: haec enim directe recusat Dei propositum, sicut ipsis initiis revelatur, quoniam pari personalique dignitati viri et mulieris repugnat, qui in matrimonio alter alteri se dant amore integro ideoque ex se unico et exclusorio” (274). Christianus, qui prius fuit polygamus, graviter iustitia tenetur ad obligationes relate ad suas antiquas uxores et suos filios contractas honorandas.
1992 10 11f 2388
2388. Incestus relationes indicat intimas inter consanguineos et propinquos, in gradu qui matrimonium vetat inter illos (275). Sanctus Paulus huic culpae speciatim gravi inurit notam: “Omnino auditur inter vos fornicatio et talis fornicatio [...] ut uxorem patris aliquis habeat. [...] Iam iudicavi [...], in nomine Domini nostri Iesu, [...] tradere huiusmodi Satanae in interitionem carnis...” (1 Cor 5, 1.3-5). Incestus relationes corrumpit familiares et ad animalitatem obsignat regressionem.
1992 10 11f 2389
2389. Ad incestum referri possunt abusus sexuales ab adultis patrati in pueros et adulescentes eorum custodiae concreditos. Culpa tunc duplicatur scandaloso facinore peracto contra psychicam et moralem integritatem iuvenum, qui illo, sua vita perdurante, manebunt signati, et violatione responsabilitatis educativae.
1992 10 11f 2390
2390. Libera iunctio habetur, cum vir et mulier recusant iuridicam et publicam dare formam relationi intimitatem sexualem implicanti.
Locutio fallax est: quidnam potest significare iunctio in qua personae invicem non obligantur et sic defectum testantur fiduciae in alteram, in se ipsam vel in futurum?
Locutio ad diversas extenditur condiciones: concubinatum, reiectionem matrimonii qua talis, incapacitatem se obligationibus vinculandi ad longum tempus (276). Omnes hae condiciones dignitatem offendunt matrimonii; ipsam familiae destruunt ideam; sensum fidelitatis debilitant. Eaedem contrariae sunt legi morali: actus sexualis locum habere debet solummodo in matrimonio; extra illud, grave semper constituit peccatum et a communione excludit sacramentali.
1992 10 11f 2391
2391. Plures hodie speciem quamdam “iuris ad experimentum” tunc postulant, cum intentio habetur matrimonium contrahendi. Quaecumque est propositi firmitas eorum qui se his praematuris vinciuntur relationibus sexualibus, “hae iunctiones non sinunt, ut sinceritas ac fidelitas mutuae necessitudinis inter viri et mulieris personas in tuto ponantur, nec praesertim ut haec necessitudo a cupiditatum et arbitrii mobilitate protegatur” (277). Unio carnalis moraliter est solummodo legitima, cum vitae definitivae inter virum et mulierem instaurata est communitas. Amor humanus “experimentum” non tolerat. Totale et definitivum exigit donum personarum inter se (278).
[Editio Typica, Editrice Vaticana, 1997]