[1555] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LAS FAMILIAS, PRIMEROS SEMINARIOS DE LA VIDA HUMANA Y CRISTIANA
Del Discurso Con gioia, a los peregrinos de la diócesis de Arezzo-Cortona-Sansepolcro (Italia), 26 febrero 1994
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3. En efecto, ¿qué es la vocación, sino una vida concebida como misión siguiendo a Jesús, el Maestro divino? Toda Iglesia está llamada a ser comunidad en camino, comunidad vocacional.
Me ha alegrado saber que en el pasado mes de octubre vuestro seminario diocesano, que estuvo cerrado durante diez años, se abrió de nuevo y reanudó su servicio tan importante para la diócesis también como centro de una orgánica y activa vocacional, especialmente en las parroquias.
De este modo, toda la comunidad diocesana siente el seminario como algo propio, porque las parroquias y antes aún las familias, lo consideran “su” seminario, lugar providencial, para el discernimiento educativo de los adolescentes y los jóvenes, entre los cuales el buen Pastor llama sin cesar a algunos a seguirlo en la forma singular del ministerio ordenado y en la vida consagrada.
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4. Con todo, las familias son los primeros seminarios, en sentido amplio: seminarios de la vida humana y cristiana. Estamos en el Año de la familia y, como escribí en la Carta especial a las familias que acabo de publicar, deseo invitaros a una gran oración y a una atenta reflexión sobre el papel de las familias hoy.
Santa Margarita de Cortona nos da el testimonio de una vida singular. Nos habla de las dificultades y los dramas que el amor humano, el matrimonio y la familia pueden atravesar; nos habla de la importancia de la oración y de la conversión para afrontarlos y superarlos.
¡Cuántos son, también en nuestros días, los problemas vinculados a la vida de la familia! ¡Cuán necesario es, por tanto, prestar atención a una sabia y valiente pastoral familiar! Por eso, es muy oportuna vuestra decisión de crear un Centro pastoral diocesano para la familia. Espero que ese Centro ayude a las parejas y a las familias en el cumplimiento fiel de su misión en la Iglesia y en la sociedad.
Por último, quiera Dios que vuestra diócesis crezca cada vez más en la unión fraterna y en la comunión eclesial. La nueva evangelización, en la que está comprometida la Iglesia entera, exige una unidad aún mayor, según la voluntad del Señor Jesús.
Os exhorto, amadísimos hermanos, a caminar todos juntos: obispo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. Las parroquias, aun encontrándose a veces en situaciones muy diferentes, se han de esforzar por difundir el mismo Espíritu y por encarnarlo según las líneas pastorales comunes. A esa tarea se deben dedicar también las congregaciones religiosas y las asociaciones seglares, valorizando la diversidad de los carismas y de las experiencias, sin espíritu de rivalidad, y cultivando una colaboración estrecha y constructiva.
Encomiendo estos deseos y estos proyectos tan importantes a vuestros santos patronos, a san Donato, obispo y mártir, a santa Margarita de Cortona y a san Juan evangelista.
Sobre todo los pongo en manos de la “Virgen del Consuelo”, que desde hace casi dos siglos es meta de constantes peregrinaciones por parte de toda la comunidad de Arezzo.
A la santísima Virgen María recurrimos con gran confianza, esperando el cumplimiento de la palabra tranquilizadora: Confortetur cor tuum!, Que se conforte tu corazón.
Sobre cada uno de vosotros, amadísimos hermanos, y sobre toda vuestra diócesis, especialmente sobre los jóvenes, las familias y los enfermos, descienda la bendición apostólica que de corazón os imparto.
[O.R. (e.c.), 4.III.1994, 19 y 23]
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3. Che cos’è, infatti, la vocazione, se non una vita concepita come missione al seguito di Gesù, divino Maestro? Ogni Chiesa è chiamata ad essere Comunità in cammino, Comunità vocazionale.
Mi ha fatto veramente piacere apprendere che nell’ottobre scorso il vostro Seminario diocesano, chiuso da dieci anni, è stato riaperto ed ha ripreso il suo fondamentale servizio in diocesi anche come centro di una organica ed attiva promozione vocazionale specialmente nelle parrocchie.
Il seminario in questo modo è sentito come proprio dall’intera Comunità diocesana, perchè le parrocchie e prima ancora le famiglie lo considerano come il “loro” seminario, come realtà provvidenziale per il discernimento educativo degli adolescenti e dei giovani, tra i quali il Buon Pastore incessantemente chiama alcuni a seguirlo nella forma singolare del ministero ordinato e nella vita consacrata.
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4. Sono tuttavia le famiglie i primi seminari in senso ampio: seminari della vita umana e cristiana. Siamo nell’Anno della Famiglia, e desidero invitarvi –come ho scritto nella speciale Lettera alle Famiglie, appena pubblicata– ad una grande preghiera e ad una attenta riflessione sul ruolo delle famiglie oggi.
Santa Margherita da Cortona offre al riguardo la testimonianza di una esistenza singolare. Essa parla delle difficoltà e dei drammi che l’amore umano, il matrimonio e la famiglia possono attraversare, parla dell’importanza della preghiera e della conversione per affrontarli e superarli.
Quante sono pure ai nostri tempi le problematiche legate alla vita della famiglia! Quanto necessario è perciò porre attenzione ad una saggia e coraggiosa pastorale familiare! Promuovere un Centro pastorale diocesano per la Famiglia è stata pertanto una vostra scelta molto opportuna: auspico che esso possa recare sostegno alle coppie ed alle famiglie, aiutandole nel compimento fedele della loro missione nella Chiesa e nella società.
Possa, infine, la vostra Diocesi crescere sempre più nell’intesa fraterna e nella comunione ecclesiale. La nuova evangelizzazione, che impegna la Chiesa tutt’intera, richiede un “di più” di unità, secondo la volontà del Signore Gesù.
Vi esorto, carissimi, a camminare insieme, Vescovo, Presbiterio, Religiosi e Religiose, Laici. Le parrocchie, pur trovandosi in situazioni locali talora molto differenti, si sentano sempre impegnate a diffondere il medesimo Spirito e ad incarnarlo secondo le comuni linee pastorali. A tale compito si dedichino pure le Congregazioni religiose e le aggre gazioni laicali valorizzando la diversità dei carismi e delle esperienze senza spirito di competizione e coltivando una stretta e costruttiva collaborazione.
Affido questi voti e questi progetti di bene ai Santi vostri Patroni, a San Donato Vescovo e martire, a Santa Margherita da Cortona e a San Giovanni Evangelista.
Li affido soprattutto alla “Madonna del Conforto”, da ormai quasi due secoli meta di costanti pellegrinaggi da parte della Comunità aretina.
A Lei facciamo ricorso con rinnovata fiducia, attendendo la rasserenante parola: “Confortetur cor tuum!”, “Si conforti il tuo cuore”.
E su ciascuno di voi qui presenti, carissimi, e sull’intera vostra diocesi, specialmente sui giovani, le famiglie e gli ammalati scenda la benedizione apostolica che di cuore vi imparto.
[Insegnamenti GP II, 17/1, 549-550]