[2242] • BENEDICTO XVI (2005- • LA FIDELIDAD A LA VERDAD, CONDICIÓN INELUDIBLE DE LA AUTÉNTICA EDUCACIÓN
Del Discurso Sono lieto di incontrarvi, a los administradores de la Región del Lacio, del Ayuntamiento y de la Provincia de Roma a, 14 de enero de 2010
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[5.] En el contexto de la promoción del bien común, la educación de las nuevas generaciones, que constituyen el futuro de nuestra región, representa una preocupación predominante que los administradores públicos comparten con la Iglesia y con todas las organizaciones formativas. Desde hace algunos años la diócesis de Roma y las del Lacio están comprometidas en dar su contribución para afrontar las exigencias cada vez más urgentes que llegan del mundo juvenil y que requieren respuestas educativas adecuadas de alto perfil. A la vista de todos está la necesidad y la urgencia de ayudar a los jóvenes a proyectar la vida según valores auténticos, que hacen referencia a una visión “alta” del hombre y que encuentran en el patrimonio religioso y cultural cristiano una de sus expresiones más sublimes. Hoy las nuevas generaciones quieren saber quién es el hombre y cuál es su destino, y buscan respuestas que les puedan indicar el camino que conviene recorrer para fundar su existencia en valores perennes. En concreto, en las propuestas formativas sobre los grandes temas de la afectividad y la sexualidad, tan importantes para la vida, hay que evitar proponer a los adolescentes y a los jóvenes caminos que favorezcan la banalización de estas dimensiones fundamentales de la existencia humana. Para lograr este objetivo la Iglesia pide la colaboración de todos, especialmente de quienes trabajan en la escuela, para educar a una visión elevada del amor y de la sexualidad humana. Deseo, por esto, invitar a todos a comprender que, cuando pronuncia su no, la Iglesia en realidad dice sí a la vida, al amor vivido en la verdad del don de sí mismo al otro, al amor que se abre a la vida y no se cierra en una visión narcisista de la pareja. Está convencida de que solamente estas opciones pueden llevar a un modelo de vida en el que la felicidad es un bien compartido. Sobre estos temas, como también sobre los de la familia fundada en el matrimonio y en el respeto de la vida desde su concepción hasta su fin natural, la comunidad eclesial no puede menos de ser fiel a la verdad, “que es la única garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral” (ib., 9).